Día en Long Beach (Perhentian)
¡Buenos días! El calor arrecia más de lo previsto,
cada noche me duermo con el sofoco como compañero y unas ganas locas de ducharme
en agua fría. Ufffff, tengo ganitas de un clima un poco más fresco.
La escritura de UUDC se está convirtiendo en un
reto para mi cabeza, ávida de contar historias. Durante años pensé erróneamente
que lo importante era encontrar una vía directa a los lectores, ahora disfruto
tanto con el proceso que conseguirlo es algo secundario.
UUDC es la primera historia de amor adulto que me
planteo sin crímenes ni intriga policíaca. Empezó como una novela New Adult,
pero al subir la edad de sus personajes se ha convertido en RA (romántica
adulta).
Con ella me pasa algo extraño, mientras le doy
vueltas al presente, mi mente se empeña en presentarme finales dispares, sin
acabar de centrarse en ninguno. ¡Y todavía voy por el folio cuarenta! Me falta muchísimo
para llegar a ese momento…
Es tan gratificante escribir tramas, pensar cómo
avanzar en el laberinto de otras vidas, soñar despierta con emociones intensas…
Regresemos a Malasia o acabaré abriendo la novela para escribir un diálogo que
llevo dos días perfilando.
Descansar en las hamacas del Bubu Villa, frente al
mar, es una gozada, y más si de cinco a seis de la tarde tienes todos los
cocteles gratis. La segunda tarde la pasamos estirados, tomando zumos de frutas
naturales, bañándonos, disfrutando de la serenidad de esa paradisíaca isla.
Leí un par de libros en cuatro días, escribí y me
imaginé dejándolo todo para vivir una larga temporada en un lugar así, sin
agobios ni estrés ni más obligaciones que avanzar en las novelas, gozar de las
vistas, bañarme en las aguas del mar de China, leer estirada en una hamaca
cerca de la orilla… Aixxxxxx, si sigo escribiéndolo me envolverá el deseo de
hacer realidad ese sueño…
Cenamos en uno de los tres chiringuitos de la
playa, acompañados de una tromba de agua espectacular. Llovía a mares y
nosotros no teníamos los chubasqueros que se habían quedado en la maleta ni más
de un paraguas, gentileza del hotel.
A la mañana siguiente se despertó nublado. Teníamos
contratada una excursión con barbacoa en una playa cercana, pero la lluvia
había caído con insistencia toda la noche y dejó el cielo completamente
nublado. Nos quedamos en las hamacas del hotel, los chicos bañándose y jugando
a palas, mi marido paseando, haciendo fotos y yo leyendo…
A mediodía no teníamos demasiada hambre, así que
optamos por comprar unas hamburguesas completas a un euro cada una en un puesto
cercano y un poco de fruta fresca de postre. ¡Buenísimo! Es una buena y
económica opción de comida, solo nos costó doce euros a los cuatro.
¡Feliz día! J
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