Pantai Cenang (Langkawi)
¡Buenos días! La mañana se presenta movidita, con
mil tareas pendientes, reuniones y un sinfín de novedades interesantes. Me
queda mucho por hacer, pero cuento con energía positiva para encarar con
ilusión la tarea.
UUDC avanza, aunque ayer no me quedé convencida de
los últimos capítulos, así que durante el fin de semana me dedicaré a
mejorarlos, con la intención de dejar una obra perfecta.
Últimamente me ha dado por pensar en lo agradecida
que me siento de mis lectoras beta,
de su dedicación a los textos, de su cercanía. A pesar de la lucha diaria no he
conseguido entusiasmar demasiado a una editorial, aunque en Amazon mis novelas se
venden bien y a veces salen reseñas que me alegran el día. Antes no veía más allá de la posible
publicación, siempre con la idea de llegar a mil lectores, sin ser capaz de
vibrar con mis actuales.
¡Qué bien sienta no esperar lo imposible e
ilusionarse con pequeñas lecturas! Gracias a mis beta ahora sonrío, me alegro de comentar los detalles de los libros
y escribo con una emoción intensa. Con eso me basta para ser feliz.
Suspiro.
Ayer me quedé en las motos de agua, en la última
playa de arena blanca… Regresamos a Pantai Cenang a la una, felices, cansados y
hambrientos. El día era impresionante, con un sol radiante en un cielo exento
de nubes, algo insólito en Langkawi.
El director de hostelería de nuestro hotel era de
Canarias y muy atento. Yeray nos aconsejó un restaurante de Kebabs en la zona
para comer y nosotros empezamos a caminar por la calle larguísima, llena de
locales, tiendas y gente, rumbo al lugar elegido.
Caminamos durante cerca de tres cuartos de hora
bajo un sol de justicia, cansados y hambrientos. La zona de Pantai Cenang tiene
mucho ambiente por las noches, pero no deja de ser un paseo feo, sin demasiados
alicientes. Pero valió la pena seguir la sugerencia de Yeray, ya que el sitio
fue buenísimo. Miraré si encuentro el nombre y actualizaré la entrada cuando lo
tenga.
Comimos impresionantemente bien, un cordero de
primera, humus espectacular y un par de especialidades turcas. Al salir
decidimos por fin alquilar un coche y, tras consultar precios en un par de
sitios, vimos que lo mejor era ir hasta el aeropuerto en taxi y allí hacernos
con un vehículo.
Pasamos un par de horas en la piscina del hotel, refrescándonos,
y por la noche nos fuimos en nuestro utilitario hacia Tajung Rhu para ver el sunset en la playa y cenar en otra
recomendación de Yeray, en el Scarborough Fish and Chip, un restaurante
altamente recomendable.
¡Feliz día! J
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