Temurun Waterfall (Langkawi)
¡Buenos días! Llego al viernes con una sonrisa de
felicidad, deseos de fin de semana y la sensación del trabajo bien hecho. Es
altamente satisfactorio terminar las tareas necesarias para el buen
funcionamiento de las empresas.
Ayer conté con poco tiempo para sumergirme en el
maravilloso mundo de Lúa, pero fue muy provechoso. No entiendo qué me está
pasando con esta novela, mi mente no se detiene, analiza concienzudamente cada
escena, en busca de fallos, y siempre acabo retocándolas varias veces hasta
verlas perfectas.
Estoy contenta con el resultado conseguido hasta
ahora y, lo más importante, disfruto con cada adelanto, vibrando con los
personajes, sumergiéndome en sus vidas.
Vamos a volver a Langkawi, aunque me da pena
avanzar en la narración, porque poco a poco me queda menos para contaros…
El día once de agosto nos despertamos pronto para
ir a la última excursión contratada en la isla de Langkawi, pero una tormenta intensa
nos dio la pista inequívoca de la anulación del canopy por la selva. Mientras desayunábamos recibimos la llamada de
Ashraff, el guía de Langkawi Canopy Adventures, para decirnos que de momento se
suspendía la actividad. Si por la tarde era posible nos llamaría para programar
la salida.
Mis hijos se tomaron fatal la noticia, deseaban subirse
a los árboles de la selva y practicar un poquito de aventura.
Media hora después dejó de llover y decidimos
coger el coche para explorar la zona del The Datai, uno de los hoteles más
caros del mundo. Por la carretera nos paramos en las Temurun Waterfall, unas
cascadas impresionantes donde tomar un relajante baño.
Como el día no era demasiado bueno el parking
estaba desierto, igual que el camino preparado para llegar a esta maravilla de
la naturaleza. La catarata es impresionante y la solitud del lugar nos envolvió
en una calma suave, con ilusión y notas de felicidad.
Mi marido y mis hijos se bañaron contentísimos y
yo los fotografíe varias veces, sonriendo, con la energía positiva del momento.
No vino nadie a acompañarnos, disfrutamos del lugar con la sensación de sentir
la inmensidad de la naturaleza, gozando de sus explosiones de color.
Media hora después volvimos a nuestro utilitario
blanco para acercarnos al The Datai, un hotel exclusivo situado en la cúspide
de una zona milenaria. Queríamos visitar su playa, famosa por ser la más
antigua de la isla, pero los empleados del hotel nos vetaron la entrada,
argumentando que es una playa privada. Me dio muchísimo coraje, porque las
playas por ley son públicas, pero no pudimos hacer nada.
De vuelta al The Danna nos paramos en una playa
muy bonita, tomamos unas fotos y recibimos un mensaje de Ashraff para citarnos
a las tres en el hotel. ¡El día se había arreglado!
¡Feliz día! J
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