Últimos coletazos en Perhentian

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ha refrescado, esta noche la sábana no me sobraba como últimamente y he dormido mejor. Ayer me enganché a una película que he visto varias veces y que siempre me deja con ese regustillo agridulce al final: A tres metros sobre el cielo. La historia me gusta, engancha desde el principio, y realmente termina como debe, pero a mí me gustan los finales felices…
Desde que escribo novela romántica visiono films y series del género para inspirarme. Muchas veces me dan ideas para explorar nuevas escenas, el tono para los diálogos o las tramas secundarias, alas para sentir cada instante de la novela con intensidad.
UUDC empieza a ser un reto. No escribo como de costumbre ni avanzo a la misma velocidad, reviso constantemente lo ya escrito, buscando fallos, mejorándolo, dándole una consistencia perfecta. Y siempre encuentro la manera de reescribir algún trozo.
¿Volvemos a Malasia?
Estamos llegando al fin de Perhentian, y me da pena, ya que a través de estas letras recuerdo los momentos mágicos que viví allí.
Después de comer en el Ewan’s café mi marido y yo nos fuimos a Coral Bay para contratar una excursión al día siguiente. Los chicos volvieron al hotel. Decidimos repetir con el mismo barquero y quedamos con él la mañana siguiente a las once frente a nuestra playa.
Regresamos al hotel para pasar la tarde entretenidos en la hamaca, sin otras obligaciones que descansar, beber los cócteles de frutas que nos servían gratuitamente de cinco a seis y bañarnos en el mar.
Leí, reí con las ocurrencias de mis hijos, les vi nadar, charlé con ellos, me bañé y disfruté de una tarde relajada en familia. Era nuestra última tarde allí… En esos instantes me planteé la posibilidad de volver algún día a las islas y en vez de pasar cinco días alargar mi estancia durante más de diez.
Por la noche despedimos el hotel cenando en el The World café. Fue una velada perfecta, con una comida extraordinaria, una conversación agradable y la posibilidad de quedarme un ratito junto a mi marido a solas para tomarme un helado a la luz de la luna.
Me fui a dormir triste y alegre a la vez. La experiencia de Perhentian fue increíble y me daba pena irme, pero por suerte el viaje continuaba con nuevas y excitantes aventuras. Y además, todavía me quedaba el día siguiente…
Nos despertamos a las nueve, desayunamos frente al mar por último día, preparamos las maletas y las llevamos a recepción para hacer el check out. Esperamos al barquero en las hamacas, expectantes para aprovechar hasta la última hora del día para disfrutar de las paradisíacas Perhentian…

¡Feliz día! J

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