Últimos coletazos en Perhentian
¡Buenos días! Ha refrescado, esta noche la sábana
no me sobraba como últimamente y he dormido mejor. Ayer me enganché a una
película que he visto varias veces y que siempre me deja con ese regustillo
agridulce al final: A tres metros sobre
el cielo. La historia me gusta, engancha desde el principio, y realmente
termina como debe, pero a mí me gustan los finales felices…
Desde que escribo novela romántica visiono films y
series del género para inspirarme. Muchas veces me dan ideas para explorar nuevas
escenas, el tono para los diálogos o las tramas secundarias, alas para sentir
cada instante de la novela con intensidad.
UUDC empieza a ser un reto. No escribo como de
costumbre ni avanzo a la misma velocidad, reviso constantemente lo ya escrito,
buscando fallos, mejorándolo, dándole una consistencia perfecta. Y siempre
encuentro la manera de reescribir algún trozo.
¿Volvemos a Malasia?
Estamos llegando al fin de Perhentian, y me da
pena, ya que a través de estas letras recuerdo los momentos mágicos que viví
allí.
Después de comer en el Ewan’s café mi marido y yo
nos fuimos a Coral Bay para contratar una excursión al día siguiente. Los
chicos volvieron al hotel. Decidimos repetir con el mismo barquero y quedamos
con él la mañana siguiente a las once frente a nuestra playa.
Regresamos al hotel para pasar la tarde
entretenidos en la hamaca, sin otras obligaciones que descansar, beber los
cócteles de frutas que nos servían gratuitamente de cinco a seis y bañarnos en
el mar.
Leí, reí con las ocurrencias de mis hijos, les vi
nadar, charlé con ellos, me bañé y disfruté de una tarde relajada en familia.
Era nuestra última tarde allí… En esos instantes me planteé la posibilidad de
volver algún día a las islas y en vez de pasar cinco días alargar mi estancia
durante más de diez.
Por la noche despedimos el hotel cenando en el The
World café. Fue una velada perfecta, con una comida extraordinaria, una
conversación agradable y la posibilidad de quedarme un ratito junto a mi marido
a solas para tomarme un helado a la luz de la luna.
Me fui a dormir triste y alegre a la vez. La experiencia
de Perhentian fue increíble y me daba pena irme, pero por suerte el viaje
continuaba con nuevas y excitantes aventuras. Y además, todavía me quedaba el día
siguiente…
Nos despertamos a las nueve, desayunamos frente al
mar por último día, preparamos las maletas y las llevamos a recepción para
hacer el check out. Esperamos al
barquero en las hamacas, expectantes para aprovechar hasta la última hora del
día para disfrutar de las paradisíacas Perhentian…
¡Feliz día! J
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