La amistad

9:00 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Hablar de amistad es hacerlo de las personas, de sus caracteres diversos, de las mil formas de abordar una misma cuestión según la forma de ser, de la disparidad de reacciones ante una situación concreta.
De niña era diferente, mi mente no pensaba como la mayoría y la sensación de estar fuera de lugar me ahogaba en un mar de ansiedades que solo se escapaban de mí cuando me inventaba historias donde yo era la heroína indiscutible. La capacidad de sentir cada uno de los giros como si estuviera sucediendo me ayudaban a soñar despierta, a aislarme del mundo que me rodeaba, a aprender a convivir con esos personajes que me apresaban el alma a pesar de ser parte de mi imaginación.


La lectura fue uno de mis más preciados descubrimientos. A través de las páginas de los libros encontraba a sustitutos para ayudarme a seguir adelante, amigos imaginarios que me acompañaban en todo momento y eran parte de mi vida porque gracias a ellos lograba rebajar la ansiedad.
Sí, era rara. O eso es lo que me decían los demás. Y tardé muchísimos años en quitarme la etiqueta de mi mente. Porque cuando te machacan con una idea consiguen que al final arraigue en tu interior, casi se tatúa en tu alma y entonces necesitas un láser de alta gama para borrarla.


El paso del tiempo, la madurez y la sensatez se impusieron. No era rara, solo pensaba diferente y eso no es malo. Aprender a canalizar ese derroche de pensamientos de mi mente fue una dificultad importante, pero a medida que crecía el orden se imponía dentro del caos y la parte analítica de mi cerebro logró ayudarme a entenderme.
Cuando recuerdo mis relaciones amistosas de las épocas pasadas me asalta una mezcla de dolor y agonía porque era un momento en el que la necesidad de que me quisieran se interponía en mi felicidad.  


Pero es cierto que el tiempo lo cura todo y se lleva los malos momentos para substituirlos por otros maravillosos. Los años han traído a mi vida mil cambios alucinantes. Aprendí a observar las conductas ajenas para mimetizarme con el ambiente y a ser parte de un grupo, conocí a personas muy parecidas a mí con quienes he establecido una relación de amistad real y descubrí que podía volcar mis historias en libros.
Me gusta la soledad, podría pasarme días enteros encerrada en casa solo leyendo, viendo series y escribiendo, pero la vida me ha traído una familia con la que convivir, un marido con quien salir a pasear, al cine, de viaje, de compras..., unas amigas maravillosas que están ahí siempre y ahora unas lectoras alucinantes que me mandan e-mails, mensajes, opiniones…


Y sí, las personas somos dispares, sentimos de formas muy diferentes y las que se salen de la norma pueden sorprendernos, sin embargo hay que integrarlas en nuestro mundo, descubrirlas y darles una oportunidad porque muchas veces te sorprenden.
¡Feliz día! J   

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