Practicar la risoterapia
¡Buenos
días! Tras una noche revuelta y con nervios amanezco en el ecuador de la semana
con un poco de cansancio acumulado. ¡Hay tanto trabajo de último minuto! ¡Y
tantísimas cosas por hacer!
Ayer
fue uno de aquellos días en los que cuesta encontrar el optimismo. ¡Ufffff! A
veces frustra cómo te dicen las cosas o cómo te exigen algo que no te habían
pedido.
Me
costó recuperar la serenidad tras una reunión donde las cosas se torcieron,
suerte que me fui a la piscina una horita a descansar bajo la sombra y me
relajé… ¡Aunque no fue suficiente para dormir bien!
La
parte positiva es que pronto disfrutaré de tres semanas de vacaciones para no
pensar ni sentir el agobio ni el estrés del trabajo y para olvidarme de la oficina.
Hay momentos en los que de verdad cogería la mochila y me convertiría en una
nómada viajera que vive de las oportunidades que aparecen en el camino…
Muchas
veces me planteo la posibilidad de plantarlo todo y evadirme a un lugar
tropical, sin números, sin trabajo fijo, sin agobios. Una hamaca, mi ordenador,
las historias que invaden mi mente y horas de sol por delante. ¡Qué bonito es
soñar!
Y
sí, ya sé que mi lema es optimismo a pesar de los pesares y sonreír un poquito
cada día, así que fuera malos rollos y a practicar la risoterapia, la mejor
manera de combatir los momentos de bajón. J J J
Este
blog me ha dado muchísimo. Al
principio escribía sin saber muy bien qué contar, con los años se ha convertido
en una especie de diario personal donde los posts
cambian según mi estado de ánimo, el momento en el que estoy o las ganas que
tengo de contar algo. Lo mejor es que con él he aprendido a moldear las palabras,
a buscar un sendero donde la narrativa fluye con facilidad, a rebuscar en mi
interior para compartir con la bloggosfera
un pedacito de mi día a día.
Es
magnífico encontrar una vía de escape a las experiencias cotidianas, un lugar
donde puedas darles forma y mirarlas desde varios ángulos. Y, sobre todo, el
ejercicio de encontrar algo para contar cada mañana me proporciona una soltura
increíble a la hora de encarar la escritura de las novelas.
Ya
me siento mejor. ¿Veis? ¡Genial! La mejor terapia es escribir un poquito para
encarar el día con alegría. ¡Me voy al despacho!
¡Feliz
día! J
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