La escalera de la ilusión
¡Buenos
días! El lunes empieza con una dosis importante de energía. La voy a necesitar,
esta última semana de trabajo será increíble, preveo un volumen inmenso de
tareas por cerrar antes de irme de vacaciones. Por suerte, saber que en unos
días tendré tres semanas de descanso me ayudará a trabajar con entusiasmo.
Este
fin de semana me he tomado las cosas con filosofía, sin agobiarme demasiado por
el futuro ni por las mil cosas que tengo en la cabeza ni por nada que no fuera
descansar, tomar el sol, pasear o disfrutar con mi familia de momentos
interesantes.
Vivir
el presente es el mejor de los regalos que me he hecho. Disfrutar de cada
instante sin preocuparme de qué vendrá a continuación, caminar por un sendero
del que no vislumbro el fin y que no me importe, descubrir que los peldaños
hacia el cielo de mis aspiraciones se enfilan sin mostrar un final claro, sin
esperas, sin ahogo, sin sensación de que voy a tocar la meta en algún momento.
Tomarse
cada giro de tu vida con serenidad, apreciar lo que tienes, volar a la altura
que te permite tu ahora, sin desear con ansia ascender más escalones, es la
manera de alcanzar la paz interior capaz de no vapulearte mientras caminas por
la senda de la esperanza.
Nunca
dejaré de escribir ni de desear ni de luchar. Sencillamente he aparcado para
siempre las esperas, la angustia ante la falta de noticias, la sensación de que
ese maravilloso futuro que me pintaba de colores intensos está a la vuelta de
la esquina y que necesito correr sin descanso para llegar al final de la calle.
Escribir
es desnudar mi alma en el papel, permitir que el puente que une mis dos mundos
se acorte y cree una simbiosis perfecta, con la emoción de viajar sin
levantarme de la silla, de sentir al experimentar en mi mente las situaciones
de los protagonistas y la grata ilusión de acompañar a unos personajes durante
sus peripecias.
Tengo
tantos proyectos, tantas ideas en la cabeza, tanto que contar, que ya no me
importa hacerlo únicamente para el ordenador. Envié la novela a la agencia y
por primera vez no espero una respuesta. Corrijo a mi aire, sin obligaciones,
sin angustias, sin agobios. Simplemente lo hago cuando me apetece, cuando
encuentro el espacio que me falta para mirar objetivamente el escrito y la
ilusión me acompaña.
No
sé qué me depara el destino ni si aquellos sueños infantiles que durante años
han capitaneado mi vida se materializarán algún día. No me importa. ¿Qué más da? Lo mejor de mi
presente es no vivirlo agobiada por un futuro incierto.
¡Feliz
día! J
FELIZ día. CARPE DIEM :-)
ResponderEliminar¡Feliz noche! :-)
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