Adiós 2019
¡Buenos días! Llegamos a ese momento del año en el que toca hacer balance, darnos cuenta de cada acierro y de cada error de los trescientos setenta y cinco días anteriores para dejarlos cada uno en su sitio, dándoles el lugar merecido en nuestros corazones y avanzando hacia los nuevos propósitos, sin dejar de mirar la parte positiva y cada enseñanza recibida de las situaciones pasadas.
Creo en el karma. O como mínimo quiero creer en él y, pase lo que pase, seguiré dándole un lugar importante en mi forma de ver la vida porque cada uno debe enfrentarse en algún momento de su vida a las consecuencias de sus actos, sea de una forma o de otra.
Este año he aprendido muchísimo, sobre todo a valorar la amistad, el amor, la serenidad y la necesidad de afrontar la verdad, aunque duela.
Ha sido un año de cambios, de pérdidas, de logros, de emociones, ilusiones, esperanzas y de enfrentarme a un hecho doloroso, pero que he logrado dejar atrás porque la vida es demasiado corta para pasármela lamentando lo que se ha ido en vez de sonreír por los logros. Un año lleno de instantes, de buenos momentos, de personas que siguen aquí conmigo y no se van, que vinieron con la intención de permanecer y otras que se han quedado atrás para siempre.
He descubierto la importancia de ser consciente de quién te acompaña de verdad en el camino, de valorar como merece su compañía incondicional, sin esperar nada a cambio, y a dejar atrás las personas tóxicas, aquellas que se dedican a envenenar tus esperanzas, a machacar tus expectativas y tu autoestima, que te hieren sin darse cuenta.
He aprendido a sonreír sin más. Porque la vida lo merece y nada ni nadie puede destrozar las ilusiones si no le das permiso. A vibrar con cada pequeño logro, a disfrutarlo, a soltarme, a encontrar un camino perfecto para llenarme de felicidad, porque en realidad la felicidad es un estado de ánimo, una cuestión de fe, un salto al vacío sin asirse nada más que a sus alas. Y yo quiero volar.
No tengo ni idea de qué me depara este nuevo año, es un misterio porque a nivel profesional estoy en un lugar donde nada está definido y a nivel literario he apostado por algo, y todavía no puedo contarlo ni explicaros nada ni conocer el alcance de esa apuesta. Pero me basta para saltar, para esbozar una ancha sonrisa y avanzar con la ilusión propia del momento. Porque a veces solo se necesita decir sí.
Mis propósitos son los de seguir en la senda de la felicidad, luchar por encontrar un mañana mejor, emocionarme con cada recodo, encontrar la ilusión en cada peldaño hacia la cima y, sobre todo, disfrutar del camino, gozar de cada giro inesperado, abrazar a mis personas queridas muchísimo, decirles cuánto me importan y no preocuparme por el karma. Porque estoy convencida que el tiempo pondrá a todo el mundo en su lugar. Y si no pasa, me dará igual. Porque mi vida es perfecta.
¡Feliz año! J
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