Leer, escribir, sonreír
¡Buenos días! Poco a poco normalizamos nuestras vidas. Ya se puede salir a la calle, las tiendas están abiertas, las terrazas están llenas a rebosar de clientes con deseos de retomar las relaciones sociales, pronto accederemos a los cines, los teatros, las playas…
Yo sigo aquí. Sin trabajo porque he llegado a mil finales y en todas me han dicho que no, pero sin perder nunca la esperanza porque tengo muchísimo que ofrecer, energía a tope, pilas colmadas de ilusión y deseos absolutos de darlo todo donde el destino me lleve.
Basta un sí para alcanzar el cielo y poder demostrar mi valía. Y no me voy a rendir porque soy una luchadora. Encontraré mi sitio, lo disfrutaré y seré feliz.
Mientras he establecido una rutina que me llena tanto las horas como la mente.
Leo, escribo, buceo en las webs de empleo, cocino y tomo el sol.
Treinta y siete libros leídos desde el dieciséis de marzo… ¡Y voy por la mitad del treinta y ocho! Dos novelas terminadas, una empezada y otra en ciernes. Dos publicadas. Y sigo en la brecha, leyendo, escribiendo, dándolo todo.
Hay instantes de debilidad, en los que me pregunto a dónde me conduce mi ansia de leer, escribir, crear… Pero teniendo Nubico, un Macbook y tiempo, ninguna de estas actividades me exprime el monedero y me aporta serenidad, ilusión y felicidad. ¿Qué más se puede pedir?
Disfruto un montón de conocer la vida de los personajes inventados por otros escritores, de sentirme ansiosa por descubrir su devenir, cómo se enamoran, cómo superan los obstáculos, el primer beso, el primer te quiero, su primera vez… Porque eso sí, nunca voy a cambiar de género. Tras intentarlo he descubierto que nada me engancha más que la incertidumbre de unos amantes en ciernes. Y si he de leer de forma compulsiva, sin descanso, un libro tras otro, quiero que sean novelas que me sorban el aire.
Escribir para mí es parecido. Tengo unos personajes en mi mente, un par de ideas de hacia dónde van, de sus caracteres, de su historia de amor. Pero no demasiado. Porque para mí lo mejor del viaje es descubrirlos poco a poco, dejarle a mi mente carta blanca para irme enredando en su historia, para aportar giros que me obliguen a reescribir trocitos mientras avanzo hacia un lugar muy diferente al trazado en un principio.
Es una sensación intensa, imperiosa, vibrante, viva, penetrante… Me llena, me atrapa y me sacude con ideas a media noche o caminando por la calle o comiendo o en una situación inesperada.
Lo que me engancha de escribir es no conocer el desarrollo de antemano, sentarme frente al Macbook y darles a las teclas para avanzar mientras mi mente me va descubriendo cada instante, cada giro, cada escena.
A veces no soy capaz de acabar alguna novela porque llego a un galimatías imposible de desenredar. Pero ahí están, empezadas, desarrolladas, a medias… Porque en la vida no todo llega al final y se quedan atrás como proyectos fallidos en los que he dedicado mi ilusión.
Muchas otras la madeja se desenreda con satisfacción por mi parte y perdura en mi interior para acompañarme en el camino de mi vida. Mis chicos, mis canciones, mis fotos de Pinterest, mis portadas y vuestros comentarios son mi bagaje y conforman mi ilusión porque a veces solo necesito cerrar los ojos y recordar a Zack, a Bruno, a Noah, a Swan, a Julia, a Steff, a Sussie, a Margaret o algún otro de mis personajes para pensar en sus vidas ahora y repasar lo que escribí sobre ellos con esa felicidad efímera que todos buscamos.
Porque crear sus vidas me hace feliz.
¡Feliz día!
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