La vida sigue
¡Buenos días!
¿Sabéis lo que sucede cuando la vida te lleva a un lugar inesperado? ¿Esa sensación de vivir con constante ansiedad? ¿De sentir cómo tu rutina está a punto de cambiar, pero todavía no puedes superarlo porque sigues asida a la anterior?
Cortar el cordón umbilical que te une a algo en lo que has creído y por lo que has luchado dándolo todo es doloroso, difícil y angustiante.
Quizás una gran parte de esa dificultad radica en el miedo al cambio inherente en todo ser humano, en la capacidad de nuestro cerebro de darle demasiadas vueltas a lo sucedido y de nuestra incapacidad por deshacernos de sentimientos arraigados.
Duele. Es un dolor profundo y cada vez más difícil de asumir porque no puedo cortar lazos todavía. Pero algún día sí lo haré y entonces mi vida será mil veces más tranquila.
A veces no pesa el hecho sino la razón que lo ha motivado y la sensación de caer en barrena en una constante necesidad de encontrarle un sentido.
La buena noticia es que la vida sigue trayéndome nuevas y excitantes posibilidades.
¿Y si cambio de idea también respecto a mi futuro? ¿Y si intento encontrar un nuevo rumbo un poco más interesante? ¿Y si dejo de dedicar todas mis energías en proyectos ajenos para dedicarme al mío propio?
No sé… Todo esto me ha bloqueado la mente… Y sigo un poco perdida a pesar de ir encontrando rumbos capaces de ilusionarme.
¿Saldrá bien darle la vuelta a mi vida?
Puede que en un año me estire de los pelos con ansiedad y la sensación de haberlo hecho todo mal, pero también cabe la posibilidad de que sea un éxito, de que las cosas vayan bien, de que quizás encuentre mi sitio dando un vuelco a mis ideas y arriesgándome.
Aunque debo dar un paso detrás del otro, marcarme metas, pensar, razonar y lanzarme al vacío con un mínimo de seguridad.
¿Y si sale bien?
Por suerte tengo algo muy preciado. Una familia que me apoya, me quiere y está siempre ahí, amigas como nunca hubiera imaginado tener, hijos maravillosos…
Y la vida sigue.
A pesar de mi necesidad de avanzar en el calendario y llegar al treinta y uno de julio. A pesar de la dificultad diaria por levantarme y afrontar lo inafrontable. A pesar de no encontrar todavía la forma de desvincularme mentalmente de algo que debería dejar ya en el pasado. A pesar de cómo duele.
Porque encontrar nuevos horizontes, sonreír, saborear la vida y experimentar la felicidad depende solo de nosotros.
Y quizás, solo quizás, en un tiempo razonable consiga aparcar la tempestad para sumirme en una calma perfecta, de esas que te llevan a un puerto inimaginable y lleno de nuevos y excitantes proyectos.
¡Feliz día! J
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