Las desesperantes no respuestas editoriales
¡Buenos días! Hoy me despierto con resaca de
cansancio… Ayer fue un día estresante, con auditoría interna, mil cosas extra
que preparar, mails que enviar, trabajo acumulado y un sinfín de momentos de
agobio. Encima al llegar a casa mi hijo necesitaba ayuda para corregir un
trabajo y acabé cenando patatas fritas delante de la pantalla del ordenador.
A las once conseguí meterme en la cama con el
mando a distancia en la mano y un par de trocitos de chocolate al lado para
calmar un poco el día llevado al límite. Por suerte puedo con todo.
Por suerte este fin de semana podré darle un
empujón a esos flecos, descansar, caminar por mi ciudad, corregir, leer y
escribir.
El título de la entrada es bastante significativo,
las desesperantes no respuestas
editoriales… Es una manera de ilustrar cómo funciona este mundo, donde se
ha perdido el romanticismo para llenarse únicamente con la idea de negocio.
Escribir una novela es un acto creativo, una
manera de plasmar las ideas enredadas en la cabeza en una historia. Para darle
vida en el papel se requiere muchísimo trabajo, constancia, perseverancia y
dedicación, a parte de tu trabajo remunerado y de las mil tareas normales de
una rutina.
La falta de respuesta a tus propuestas es algo que
no me parece bien. No hace falta una larga explicación ni un mail personalizado
ni nada parecido, solo con informar de los plazos de lectura con una respuesta
automática valdría, algo a lo que aferrarse cuando te invade la incertidumbre.
Hay editoriales que explican su manera de
funcionar en este aspecto en su web y anuncian que si pasados x meses no se han
puesto en contacto contigo la propuesta queda desestimada. A mí con eso me
basta, saber a lo que atenerme.
Durante estos años me he encontrado con una falta
total de información, tanto por parte de las editoriales como de mi agente. No
contestan a los mails, no te responden a las preguntas ni les interesa nada
darse cuenta de que detrás de un manuscrito hay un escritor emocionado.
Mi manera de ser se aleja muchísimo de ese
funcionamiento. Yo soy cumplidora, capaz de remover cielo y tierra por cumplir
un plazo o un compromiso asumido, con deseos de no encontrarme en la tesitura
de no poder responder todos y cada uno de los correos y mensajes diarios. Me
cuesta entender otra manera de proceder.
Con el tiempo he aceptado que la incertidumbre
forma parte de enviar una novela a valorar, por eso lo hago poco, solo de vez
en cuando, y ahora ya no espero ni me imagino imposibles, simplemente escribo y
soy feliz.
He de mencionar que en estos años me he encontrado
bellísimas personas, respuestas que siempre agradezco, aunque sean un no, y
compañeros magníficos.
¡Feliz día! J
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