¡Buenos días! Hoy es una mañana extraña, la mayoría de colegios han cogido puente, en la oficina habrá menos gente, se trabajará a medio gas y por suerte el tráfico será menos intenso de lo habitual y podré moverme con mayor facilidad por Barcelona.

Sigo inmersa en mi particular periodo de introspección. Es una fase un poco extraña y muy productiva para mi proceso de maduración hacia una mejor versión de mí misma.

Estoy orgullosa de algunos comportamientos míos estos últimos tiempos, de cómo he logrado superar esa necesidad de pedir explicaciones a quien contesta con el silencio y entender que la vida está llena de incertidumbres imposibles de llenar.

A medida que pasa el tiempo me da más igual esa falta de reciprocidad en el trato con algunas personas. No se merecen ni uno de mis pensamientos ni estar presentes en mi haber, así que voy a empezar a descartarlas para siempre.

La vida me ha llevado a un lugar fabuloso y es una tontería no aprovecharlo.

Mis novelas están a la venta, hay personas que las compran y las disfrutan. Puedo hablar con muchos lectores y cuando termino una historia sé que hay gente ahí fuera dispuesta a publicarla.

Y de eso se trata la felicidad, de seguir el camino de lo que te ofrece la vida y de no buscar más allá, aunque conservando un poco de ambición, pero sin que eso afecte a la capacidad de sonreír.

Lo hago. Últimamente intento sonreír mucho, no estresarme y mirar con perspectiva el pasado.

Quiero escribir, esa es la realidad. Me apasiona entrar en la mente de mis personajes, hacerles sentir, actuar, pensar en cómo superar cada uno de los obstáculos, ser parte de ellos. Es como tener múltiples personalidades y poder reaccionar distinto con cada uno de ellos.

Y sí, nunca dejaré de soñar en una subida al estrellato de los primeros puestos de venta, pero no pienso permitir que esa idea me nuble el juicio y me impida ver lo maravilloso que es caminar de la mano de editoriales pequeñas, de lectores increíbles, de momentos álgidos para recordar.

Me toca decidir, dar un paso hacia delante y tomar un camino. Y sí, quizás no es el más deseado, pero es el que se me abre enfrente y no voy a renunciar a él. La cuestión es avanzar, no dejar de soñar y sentir que la vida tiene un sentido pleno.

Nunca se sabe qué me depara el futuro ni cómo va a cristalizar una publicación. Solo hay que caminar, sonreír, no perder nunca la ilusión y saber darle a todas las personas de mi entorno el lugar debido.

¡Feliz día! J