Encajar los silencios
¡Buenos días! La lluvia me apaga, me produce melancolía y
despierta en mí un millar de sentimientos tristes porque la calle parece llorar
su desolación.
Estos días grises me cuesta mucho salir de la cama. Yo soy
de sol, verano, calor, días claros y luminosos. Creo que yo suelo ser luz y
fuego y no agua y oscuridad. Quizás por eso hoy estoy emotiva.
Hace días que no logro sentir esa fuerza creativa de antes.
Escribo, pero con una intermitencia en mis sentimientos y una dificultad más
que patente para ponerme en situación. Me cuesta tanto que a veces tardo
demasiado en entrar en la historia para continuar escribiendo.
Esta apatía también se extiende a mis deseos de decidir mis
siguientes pasos, de firmar contratos y de pensar si vale o no la pena de
continuar en este mundo literario.
A veces pasa.
En todos estos años he avanzado muchísimo, he dejado atrás
sentimientos dolorosos y me he enfrentado lo mejor posible a la incertidumbre. Era
una de mis asignaturas pendientes, aceptar que no siempre se obtiene respuesta
a las preguntas.
Sin embargo, la reflexión más madura de la situación me hace
percatarme de que hay personas no merecedoras de mi cariño ni de mi lealtad. Me
ha costado muchos años aceptarlo porque suelo darle muchas oportunidades a todo
el mundo y a creer en ellos a pesar de sus silencios.
Con la perspectiva de muchos años a mis espaldas y la
tranquilidad de haber publicado varias novelas, ahora puedo colocar mis
sentimientos de otro tiempo en su lugar y evaluar los actuales con una mejor visión
de la realidad.
En el pasado preguntar y no obtener respuesta de la persona
que se suponía iba a ayudarme a alcanzar mis sueños me hería porque no saber es
peor que enfrentarme a un rechazo.
He aprendido a superarlo. Ahora ya no espero nada, y menos
de ella, pero sigue doliéndome ese comportamiento porque de verdad creo que las
personas nos merecemos una respuesta, aunque sea un no me interesa o un dame unos
días más o un no lo sé. Pero
algo.
Por suerte ahora estoy en una fase muy distinta de mi vida y
ya no persigo sueños imposibles ni a personas incapaces de darme una respuesta,
sea la que sea. Ya no me quedo asida al teléfono o al mail ni envío la pregunta
una y otra vez con la sensación de ansiedad recorriéndome las venas.
He aprendido a disfrutar de mi momento, a vibrar con los
giros de mi vida y a ser capaz de encajar esos comportamientos.
Ayer Mabel me dijo que soy puro sentimiento y quizás eso es
lo que me sucede, que no me gusta el trato, pero eso ahora ya no me impide ser
feliz.
¡Feliz día! J
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