Punto y final
¡Buenos días! Hoy me despierto con mucha energía, un montón
de ganas de caminar con una sonrisa y la sensación de haber dado mucho para
llegar hasta aquí.
Prometeo y Maya levantan pasiones, he recibido muchos
mensajes de lectoras entusiastas y me hace muchísima ilusión conquistar sus
corazones porque esta pareja es especial para mí, muy especial.
Tengo muchos motivos para sonreír, como nuevos contratos, nuevas
ideas, nuevos proyectos y retos cada vez más interesantes.
Ayer puse el punto y final a una historia que en muchos
momentos dudé ser capaz de terminar porque con esta segunda parte de la bilogía
mi inspiración iba y venía, escurriéndose en momentos puntuales y dejándome sin
fuelle para caminar por la senda de la trama.
Empecé a escribirla el 23-08-18, hace apenas tres meses y cuatro
días, y he terminado con ciento una mil, ciento una palabras en mi haber.
Treinta y tres capítulos. Y un final más interesante del que planteé al iniciar
este proyecto.
La he escrito a la misma velocidad que las demás a pesar de
esa sensación mía de no avanzar deprisa, de no darlo todo de mí.
A veces me pasa y es porque al iniciar una historia tengo
tanta emoción por terminarla que siempre me parece poco el tiempo dedicado.
He terminado la historia de Brenda y Dylan. Me ha gustado meterme
en su piel, ver cómo evolucionaban, cómo su relación superaba mil obstáculos y
cómo mi mente ha conseguido darle un final a la altura después de dejar migajas
que no tenía ni idea hacia donde conducían.
Esa es la grandeza para mí de escribir. Mi necesidad de
descubrir qué va a pasar, por dónde va a salirme mi mente, hacia qué lugar
conduce la trama y cómo voy a solucionar todos los cabos sueltos que van
apareciendo durante la escritura es lo que me mantiene fiel a la escritura y
despierta mi imaginación.
Es emocionante…
¡Feliz día! J
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