Sentosa Beach y cena picante (Singapur)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Llueve…. Grrrrr, con lo poco que me gusta la lluvia… Llevo unos días escribiendo a tres mil por hora, con mil ideas en la cabeza, sin parar de tejer historias. Quizás debería contenerme un poco o acabaré con las novelas en un tiempo récord…
En nueve días he escrito cuarenta folios de CDTEAT y veinticinco de UUDC, si sigo así podría tenerlas terminadas en dos meses… Ahora voy a rebajar el ritmo, para disfrutar de cada una de ellas, de las escenas que invento, de las situaciones interesantes que plasmo en el papel. El género romántico es increíble, consigue mantener mi sonrisa durante horas, como si volviera a ser joven y viviera aquel primer amor.
Mis dos protagonistas son tan diferentes… Me encanta esta diferencia de edades y de formas de ser, me permite explorar límites insospechados. Incluso sueño con los personajes, con una intensidad demasiado elevada, hablando en sueños.
Regresemos a Singapur…
Tras nuestro día en Universal Studios tomamos el Sentosa Express para visitar las playas artificiales de esta isla. Nos bajamos en la última estación y caminamos bajo un sol abrasador, el calor era insoportable. Estábamos muy cansados, apenas teníamos ánimos para seguir andando.
No me gustó demasiado la playa, se nota mucho que es artificial… Aunque puede influir que venía de Perhentian y de Langkawi… Si vives en Singapur son un buen lugar para pasar el fin de semana.
Regresamos al hotel exhaustos. En un principio teníamos la intención de ir a la zona de Marina Bay a cenar, pero al final decidimos aprovechar la maravillosa piscina del hotel para descansar y refrescarnos un poco.
Realmente el One farrer hotel and Spa es impresionante, la piscina es enorme y en ella se respira una tranquilidad contagiosa. Nos tumbamos en las hamacas sumergidas en el agua, pedimos un refresco y nos bañamos.
No nos apetecía un trayecto en metro para buscar un restaurante para cenar. Preguntamos en recepción y nos aconsejaron un par de indios cercanos, aunque nos advirtieron de que era muy picante. No lo procesamos, o sencillamente pensábamos que sería como en Malasia. Allí si solicitabas al camarero que la comida no fuera picante lo cumplían.
Decidimos uno de los restaurantes cercanos, entramos y le dijimos al camarero que no nos gustaba el picante y que nos aconsejara unos platos para comer. Lo hizo y cuando llegó la comida nos quedamos a cuadros. Fue la primera vez en mi vida que pagué una cena que no pude tomarme.
Acabamos en un 7 and eleven, comprándonos chocolate para pasar el picor y el mal rollo…

¡Feliz día! J  

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