Dulce nostalgia

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me levanto con muchísima energía, ilusionada ante un viernes lleno de maravillosas expectativas y con una intensa necesidad de impregnarme de hasta la última gota positiva del día.
Cada mañana paso por delante del edificio Planeta. A veces me recuerdo hace años, cuando trabajaba en el Pedralbes Centre y dejaba la moto bajo el coloso donde empezaban mis sueños. Solía mirar hacia arriba, suspirar y morderme el labio con una emoción desmedida, como si el anhelo de entrar triunfal en sus entrañas fuera el único motor de mi vida.
Ahora no aparco debajo, pero trabajo a escasas manzanas de ahí y es ruta obligada para llegar. A veces miro las letras situadas en la cúspide, con una espiración lenta, entonces niego con la cabeza, con la certeza de que ese no es mi destino.
No me duele, ya me he convertido en aséptica sentimental en ese terreno. Vivir años con impaciencia es un motivo de ansiedad y hace tiempo que decidí no hacerlo, aceptar los regalos de la vida y sonreír ante cualquier desventura, con la emoción de escribir un capítulo más, de compartir con mis lectoras beta los manuscritos acabados, de imaginarme las escenas, los momentos, los primeros besos.
Muchas mañanas levanto la vista para leer Planeta en la cima de un monte demasiado elevado para mí o simplemente utilizo el retrovisor para observar el nombre. Sacudo la cabeza y me digo: «no va a pasar, pero sería increíble». Respiro profundamente y continúo conduciendo, con una sonrisa esperanzada, feliz con mi vida.
Pensaba que tenía una aliada dentro de ese edificio, o como mínimo aposté durante muchos años por su interés, pero me equivocaba. Soy crédula por naturaleza y no quiero renunciar a mi forma de ser ni ver la parte negativa de los demás, prefiero caminar hacia delante con la certeza de que las personas son confiables.
Hoy no voy a escribir acerca del viaje, el lunes retomaré el hilo, pero esta mañana mi despertar ha sido dulce y nostálgico, con recuerdos de tiempos pasados, cuando mis emociones disparadas me llenaban las horas de ideas.
El otro día recibí un mail fabuloso de una lectora desconocida, fue un subidón de autoestima y consiguió hacerme feliz. Me decía que esperaba pronto la publicación de RANP. Le contesté con la verdad por delante, sin ser catastrófica ni llenarme de frustración. Cuando algo no es alcanzable es mejor ser consciente de la realidad.
Me siento liberada de las cadenas del anhelo, de la ansiedad, del dolor, de la frustración. Ahora mismo solo espero encontrar la inspiración, no cesar nunca en mi empeño de intentarlo y, sobre todo, sonreír ante lo que me ofrece la vida.

¡Feliz día! J

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