Bako National park IV (Borneo)
¡Buenos días! Ayer tuvimos una clase de baile
espectacular, con gente, risas, diversión… Hacía tiempo que no me lo pasaba tan
bien, con mi amiga Dolors al lado, haciendo un poco el tonto, pasándolo bien.
¡Fue genial!
Después de una mañana en el dentista, con una
muela rota y pocas ganas de estar ahí tumbada, esperando el inevitable
pinchazo, solo tenía deseos de distraerme… En fin, son gajes del oficio de
hacerse mayor, pero ni el paso de los años consigue desligarme del miedo
visceral a las agujas.
Tenía muchísimo trabajo en el despacho, este mes
es complicado, hay que presentar los impuestos trimestrales, cerrar saldos,
iniciar los presupuestos para el año que viene y no olvidarse de los asuntos
diarios. Quizás por eso voy estresada y las clases de baile me ayudan a
despejarme.
Ayer nos quedamos en la comida de Bako National
Park…
La caminata duraba una hora y media a paso ágil.
Empezamos en una pronunciada cuesta entre raíces resbaladizas. A mitad de la
subida ya hiperventilaba. El calor sofocante y húmedo me empapaba la piel,
ahogándome, y la ropa se enganchaba al cuerpo de manera incómoda. Bebimos mucha
agua, es importante llevar varias botellas distribuidas entre las mochilas para
no deshidratarse. No hay unas indicaciones claras hasta la cumbre y en muchos
momentos dudamos de si era el camino correcto.
La parte positiva era el silencio, la magnificencia
de la naturaleza que nos envolvía, la serenidad de ese paraje. A veces no te
percatas de esas pequeñas cosas hasta que echas la vista atrás, ves las fotos y
recuerdas…
Caminamos bajo las aspas dañinas del astro rey,
con una asfixia importante. Los letreros anunciaban que faltaba una hora para
llegar y la barca venía a los cuarenta y cinco minutos. Apretamos el paso,
viendo las plantas carnívoras del camino y empapándonos de la belleza del
lugar.
El barquero llegó a los cinco minutos, ¡suerte que
habíamos pagado la barca y estaba ahí! No hubiera soportando volver andando…
¡Feliz día! J
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