Bako National park III (Borneo)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer releí bastantes veces las últimas escenas de UUDC, descubriendo algunos fallos y subsanándolos para encontrar un ritmo adecuado a la narración. He creado una lista de Spotify llamada UUDC, donde voy colocando las baladas que me ayudan a encontrar el tono de escritura y algunas canciones que salen en la historia.
Me gusta escribir con música, dejarme seducir por los acordes, adecuándome a los sentimientos que emanan de las canciones. A veces, cuando busco novedades, cierro los ojos mientras las escucho y dejo vagar mi imaginación, en busca de ese feeling para crear la atmósfera adecuada.
Avancé poco en la narración, antes necesitaba dejar perfectos los dos últimos capítulos. Últimamente el funcionamiento de mi mente es extraño, ya no se conforma con escribir sus ideas, ahora quiere revisar el manuscrito una y otra vez, hasta estar segura de tener algo a la altura.
Nos quedamos en la playa de Teluk Paku, observando los cangrejos, acompañados de varios turistas y un par de guías. Uno de ellos nos señaló la copa de un árbol, anunciándonos la visión de un mono narigudo. Debía estar muy escondido, porque no lo vi, a pesar de las muchas explicaciones del guía.
 La playa era preciosa, se respiraba paz, sosiego y una serenidad perfecta. Hacía muchísimo calor y estábamos exhaustos de la caminata por la selva. Nos sentamos en una de las rocas a recuperarnos un poco y nos dimos cuenta de que había diversas barcas en la arena.
Uno de los barqueros nos ofreció llevarnos a otro enclave para hacer otra excursión de vuelta. No era caro, pero nosotros preferimos regresar a la base por el mismo camino.
Buscamos a los monos narigudos en el regreso, sin tener la suerte de divisar alguno. Nos sorprendieron los sonidos que hacían los guías para atraerlos, eran agudos, como si imitaran a un pájaro.
Llegamos una hora y media después a la cabaña, nos estiramos unos segundos en las camas para recuperar el resuello y luego caminamos hacia el edificio principal para comer. En el sendero encontramos una familia de macacos, con un bebé monísimo.
Durante unos minutos les observamos, fotografiándoles, riendo y descubriendo la maravilla de lugar donde estábamos. Luego fuimos a comer. Es importante pensar que en Bako no sirven las tarjetas de crédito, el dinero hay que llevarlo en efectivo.
La comida era un buffet con varios platos en bandejas, situadas tras un cristal. No era perfecto ni muy variado, pero es la única posibilidad que hay de tomar algo. Por suerte era barato, nos costó dieciocho euros en total...

¡Feliz día! J

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