Rumbo a las ilusiones
¡Buenos días! ¿Habéis sentido alguna vez ganas de dejarlo todo atrás, coger una mochila y poner rumbo a ninguna parte?
Hay momentos en los que el peso de los últimos meses cae a plomo sobre nuestras espaldas, como si quisiera dejar constancia de su paso por nuestra historia y nos mostrara un sinfín de posibilidades para el futuro.
En nuestras manos está decidir cómo lo sentimos, cómo lo etiquetamos y cuál es la parte con la que nos quedamos, si esa que nos aplasta o la que nos es liviana y feliz. Porque en toda situación hay dos caras y es nuestra decisión, consciente o inconsciente, centrarnos en una de ellas.
Mi pregunta de inicio no responde a una necesidad de salir corriendo ni a una sensación negativa ni a nada parecido porque, a pesar de mis pensamientos iniciales, no me siento mal ni agobiada ni ansiosa ni triste. Han pasado los meses y he entendido que solo hay una manera de tomarse el fin de una relación laboral larga y llena de intensidad: recordándola con ternura y mirando hacia delante.
Se trata de algo distinto, de una sensación de libertad, de desear por un tiempo dejar atrás las responsabilidades para abrazar una temporada de dejarse llevar por la inmensidad del mundo, sin ataduras, sin compromisos, sin obligaciones. Ahora desearía recorrer el mundo con una maleta, descubrir lugares, pasar un tiempo alejada de todo, sola con mi marido, perdiéndome en paraísos lejanos.
La vida no es tan fácil. No puedo dejarlo todo atrás para embarcarme en una aventura como esa. Y además se necesita dinero… Pero soñar no cuesta, ¿verdad?
Mi cuerpo me pide dejar volar la imaginación, sentir cómo la posibilidad de poner rumbo a ninguna parte crece en mi interior, dejarla vibrar, arroparme, llenarme de emociones. Quizás por eso navego en la red en busca de destinos con esa mezcla de sensaciones capaz de levantar mis labios en una sonrisa preciosa.
La ilusión es parte del motor de una existencia. Hay que encontrarla, sentirla, dejarla crecer y no renegar nunca de ella porque es la que nos guía hacia un mañana mejor, la que nos llena de energía, la que nos ayuda a superar el paso del tiempo sin sentir su peso cargado en la espalda.
Y sí, ahora mismo me embarcaría en un viaje sin destino, en una aventura, en una locura sin paragón, pero también en un nuevo rumbo laboral, en encontrar una nueva y excitante ilusión, en despertar de nuevo esas cosquillas en el estómago al implicarme en un proyecto lleno de posibilidades.
Seguro que llegará…
¡Feliz día! J
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