¡Bendito sol!
¡Buenos días! El buen
tiempo sigue… Hoy me apetece tumbarme en una hamaca con el ordenador en el
regazo y sumergirme durante horas en la vida de mi protagonista. Estoy en recta
final de LMR, siento aquellas cosquillas en el estómago que te llevan a pensar si
conseguirás que el último tramo de la historia sea lo suficientemente
interesante para mantener a alguien enganchado a las páginas.
Aunque no sé yo si voy a
conseguir escribir. Ayer lo logré a instantes sueltos y, por extraño que
parezca, en veinte minutos de dedicación escribí un capítulo y medio.
Fue un día redondo, de
aquellos que presentan en el anuncio de los Donuts. Playa por la mañana, comida
en un restaurante de tapas que me aconsejó una compañera de trabajo, tarde de
tiendas, probándome mil y un vestidos para las dos bodas que tengo pronto,
descanso frente al ordenador de media horita, película…
La playa estaba imposible.
Por eso me gusta más la montaña en verano, no hay que luchar para conseguir un
metro cuadrado de espacio, normalmente llegas, eliges sitio, plantas la toalla
y te estiras al son de la brisa. Quizás la peor parte es la frialdad de las
aguas en las que te bañas. Son ríos o lagos que se nutren del deshielo, ¡están
congelados! Sin embargo son cristalinos, con un cauce que discurre lentamente
frente a ti. Ayer en la playa de Barcelona el agua estaba justilla.
Fuimos a un restaurante
llamado La Esquinica, en el paseo
Fabra i Puig. Tal como me explicó mi amiga la carta era extensa, la comida
buenísima y los precios increíbles. Comimos una tapa de navajas, otra de gambas
a la plancha, una bomba, unos calamares a la romana, pan con tomate, un flan
con nata, un helado y dos cafés. ¡Pagamos treinta y siete euros! Y pensad que
había seis gambas enormes y ocho navajas de un tamaño considerable. ¡Pensaba
que ya no quedaban sitos como este!
Con el estómago lleno nos
fuimos a la caza del vestido. Primero aterrizamos en la tienda donde me probé
uno un mes antes. Si llego a encontrarlo de mi talla con un treinta por ciento
de descuento me lo compro. Tras tantos años trabajando de dependienta sé que
muchas veces lo que te pruebas en temporada no lo encuentras de rebajas, por
eso no me agobié al no encontrarlo.
Las tres horas siguientes
transcurrieron entre visitas a los probadores de varios establecimientos. Mi
marido al final se fue a dar una vuelta… Al fin encontré uno que me encajaba y
me quedaba bien, ¡y estaba a mitad de precio! Muchas veces las cosas suceden
por un motivo, quizás por eso no encontré el que tenía en mente, para comprarme
el otro.
¡Qué bonito se ve el sol
desde mi ventana! Hoy me he sentado en el sofá del salón, con el portátil y mis
ideas fluyendo, escucho el canto de un pájaro madrugador, la tranquilidad del
silencio y la sonrisa que tengo en los labios. ¡Auguro un día genial!
Espero que para vosotros
también sea un gran día, de aquellos que te ofrecen pequeños instantes de
felicidad.
¡Feliz día! J
FELIZ domingo :-)
ResponderEliminar¡A pasarlo bien! :-)
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