De críticas y situaciones
¡Buenos
y felices días! Parece que los viernes los empezamos con mayor ilusión que el resto
de días de la semana, ¡todos anhelamos los dos días de descanso que nos vienen
detrás!
Ayer
las noticias no tenían desperdicio: el fin de la era de terror de ETA y la
muerte de Gadafi. ¡Cómo está el mundo! Yo soy de esas que mira muy poco los
noticiarios, mi filosofía es siempre la misma; para ver desgracias, prefiero no
saber. Pero estoy informada de todo lo importante gracias a mi marido.
¡Qué
ilusión que ETA deponga las armas! Esto es un notición, un gran avance hacia
una vida un tanto más tranquila para mucha gente que vivía con miedo y
angustia, un adelanto significativo en la democracia de este país. ¡Ojalá sea
un cese de violencia definitivo!
En
mis libros hay asesinos, malvados y situaciones tensas en las que las
protagonistas se enfrentan a hechos traumáticos que son difíciles de encarar. La
verdad es que en mi vida ha habido muy pocos de esos momentos, aunque siempre
hay descalabros emocionales, ¡nadie tiene una vida plana!
Este
último mes he dejado leer La Baraja a algunas personas cercanas para que me
ayudaran a ver lo que yo no encuentro. He pedido críticas constructivas,
impresiones reales y, sobre todo, que me señalen aquello que no les gusta. Me
he preparado para encarar todos los comentarios. Las cosas bien dichas nunca
sientan mal y sirven para mejorar. ¡Y es lo que necesito!
Desde
luego para el ego es maravilloso escuchar un: ¡me ha encantado! ¡No tocaría ni
una coma! ¡Lo he leído de un tirón! Pero en la vida hay gustos para todo y,
sobre todo, se ha de estar abierto a encajar las diversidades de opinión y a
aprender de las críticas ajenas.
Ayer
recibí un mail con los comentarios de una amiga. Gracias, me han servido muchísimo
de ayuda. Ella me preguntaba cómo podía retratar las emociones de los
personajes en situaciones límite si yo nunca me había enfrentado a ellas. Incluso
insistió en indagar si me había sucedido algo parecido.
Pues
no. La verdad es que nunca me he enfrentado a descalabros familiares como los
de Pam y Hugo ni a situaciones como las que le tocan vivir a Sofía o a su
madre. Pero cuando me meto dentro de su piel y les confiero una personalidad en
mi mente se produce una especie de simbiosis perfecta y soy capaz de sentir lo
que escribo.
No
sé si lo explico bien. Yo escribo con la mente anclada en otro lugar. Veo la
escena de manera etérea ante mis ojos, como si fuera una película sin contornos
que flotara delante de mí. Casi puedo escuchar la música de fondo, los ruidos
externos, los pensamientos de cada personaje.
Si
la protagonista está en una situación tensa, mis hombros suben y se agarrotan,
siento un nudo en el estómago y se me dispara el corazón. Y eso es lo que
describo en el libro, la sensación que me acompaña al ponerme en su piel y ver,
oír u notar lo que sea que la angustia.
El
único inconveniente de mi manera de sentir a los personajes es que quizás pequen
de un poco de parcialidad, porque los doto de las reacciones que yo tendría
ante las situaciones concretas a las que se enfrentan. ¡Pero ahí está la gracia
de ser la autora! En realidad para mí es lo mejor, poder vivir sus vidas en mi
mente y pasar aventuras y desventuras sin que eso interfiera en la tranquilidad
de mi vida real. ¿A quién no le gustaría ser por unas horas otra persona?
Espero
con ilusión el resto de críticas. Creo que es necesario contar con opiniones de
todos los gustos y saber acatar bien tanto las negativas como las positivas. En
todas se pueden encontrar ideas interesantes.
¡Os
deso un feliz día!
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