Observando el otoño
¡Buenos días! Parece que el otoño
ha aparecido por fin. Ayer las temperaturas fueron más acordes con la estación
y las calles se llenaron de chaquetas, botas, pañuelos y medias. ¡Me encanta
observar el cambio de vestuario de la gente! Es divertido comprobar cómo
algunos despistados se congelan con unas sandalias y unos pantalones cortos y
otros exagerados se asan con una parka demasiado gruesa.
Los
días de cambo de tiempo, cuando las temperaturas oscilan en el termómetro y
todavía no se ha asentado un clima concreto, los transeúntes eligen diversidad
de vestuarios. A mí me gusta observar esos atuendos, pensar en si la persona
está muerta de frío, de calor o perfecta. ¡Es un cuadro divertidísimo ver tanta
variedad!
Luego
se asienta el otoño y las personas andamos con uniforme. Las mujeres nos
vestimos como si fuéramos a montar a caballo, todas con pantalones pitillo y
las botas de mosquetero por encima, largas y estrechas. ¡Y con parkas abombadas
que nos llegan hasta las rodillas!
Así
que ahora es un buen momento para observar los cambios paulatinos de la población. Es algo
parecido a cuando los árboles van perdiendo sus hojas. Los hay que lo hacen de
golpe y se quedan pelados al instante y otros que tardan lo suyo en ir deshojándose,
que dejan caer las hojas una a una, como si les diera pereza soltarlas todas de
golpe.
Ayer
estaba muy ofuscada, la última revisión se está llevando del todo la confianza
que tenía en mi trabajo. La verdad es que me he pasado estas dos últimas
semanas rastreando la Web, buscando las diferencias entre delante y adelante,
entre donde y adonde, entre ante mí y delante de mí… ¡Ahora ya no sé ni cómo se
escribe mi nombre! La verdad es que revisar tanto la gramática me ha hecho dudar de todo.
En
cuanto al estilo, llevo seis años mejorando, aprendiendo,
avanzando,… Tras la revisión del verano daba el manuscrito por bueno. ¡Ojalá se
inventara un botón para programar mi cerebro y me ayudara a ver lo que no veo!
Mientras
la tarde iba avanzando me senté en un banco de la calle y me dediqué a mirar a
las personas, a ver qué llevaban puesto, a inventarles una vida, unos
sentimientos, un pasado. ¡Siempre me ha gustado fantasear con la vida de los
demás! Según la cara que hacen les doy una u otra personalidad. Este ejercicio
siempre me ayuda a ver la vida mejor, a descubrir instantes maravillosos, a
sentirme feliz.
Cuando
regresé a casa abrí el portátil y me senté en mi esquinita del sofá. ¡Y escribí
un poco de mi nueva novela! Y lo hice con muchísima ilusión, sin pensar en la
gramática ni en las correcciones ni en nada. ¡Sólo me importaba la trama! ¡Dotar
de sentimientos y anhelos la narración! ¡Vivir dentro de mis personajes!
¡Quizás
debería cambiar de tercio y apuntarme a un curso de guiones cinematográficos! ¡Quizás
me equivoqué cuando decidí de pequeña ser escritora!
Pero
por muchas vueltas que le de a todo, por mucho que las cosas no acaben siendo
como me gustarían, no voy a dejar nunca de aporrear las teclas, porque forma
parte de mí. ¿Qué haría yo sin mi portátil? ¿Sin mis escritos? ¿Sin mis fantasías?
¡Así
que si esta tarde vuelvo a ofuscarme, que se prepare el banco, que ahí voy! Y
volveré a observar, a crear y a fantasear para regresar a casa y escribir,
escribir y escribir.
¡Feliz
día!
Hola Pat!!! Me alegro que el otonyo tambien este llegando alli, asi no sere la unica pasando fresquito. Si ves que la novela te da mucho la lata, podrias descansar unos dias de ella, no?? Un beso, M.
ResponderEliminar¡Hola guapa!!!! Aquí hace fresquito desde hace un par de días, pero tampoco te creas que mucho...
ResponderEliminar¡Uffff!! La novela me está volviendo loca. Creo que sí, que voy a descansar un par de días o un par de años. Jajajaja
¡Muchos besitos!!!!
¡Todo esto me suena!!
ResponderEliminarAy, Pat, sólo quien vive la escritura como nosotras, puede entender de que estás hablando exactamente. No eres la única que tiene esas dudas y esas ofuscaciones, toda la vida escribiendo y conociendo el lenguaje, y somos capaces de olvidar hasta las reglas más básicas en cuestión de segundos, por culpa de esa inseguridad que en cierto modo nos provocan los demás, cuando no dejan de insistir en que el texto se puede mejorar.
Y la cosa se agrava, si para colmo, tú no consigues ver esos fallos que se supone hay. A mi también me pasa, después de decenas de correcciones son incapaz de ser objetiva, no consigo ver más allá, así que no dudes de tu talento para escribir, no te equivocaste cuando decidiste ser escritora, la muestra está en cada una de estas entradas, da gusto leerte, no importa de lo que hables, consigues que sea interesante hasta una visita al Ikea.
Un besazo!!!
María.
¡Gracias María!!!! La verdad es que todos los que nos dedicamos a la escritura tenemos esa inseguridad alguna vez. ¡Espero que la mía sea pasajera!!!! ¡Si no ya me veo tirando el ordenador al mar y olvidándome de las novelas!!!!!
ResponderEliminarQuizás la única salida es seguir adelante aunque nos cueste, ¿no? ¡Y siempre nos queda la imaginación! ¡Y si no me pongo a estudiar para guionista! Total, todos los que me leen coinciden en que mis novelas parecen una película!!! ¿Y no soñaba yo con irme a Hollywood???
¡Un beso guapa!!!
Sabes Pat? Yo paso de correciones, si escribo bien.... Yo soy escritora para irme de mano de mis musas a esos mundos donde soy feliz, mientras escribo a mano o tecleo el ordenador, y esa sensacion no la cambiaria por nada.
ResponderEliminarY cuando era pequeña, en estas fechas, me hacia un chocolate caliente y me sentaba a oscuras al lado del balcon, y miraba la gente, igual que tu.
Me gusta como escribes, y eso es lo que cuenta, nada mas, que le guste a la gente como escribes. ¿Corregir? Si les interesa ya lo haran los especialistas. Nosotras somos especialistas en imaginar, escribir y dejarnos ir por nuestra imaginacion.
¡Tienes razón Silvia!!! Lo importante es imaginar... ¡Eso se me da bien!!!!!! ¡Y me hace mucha ilusión que me lo recodéis que vale la pena seguir escribiendo!!!!!
ResponderEliminar¡Un beso!!!!!!!