¡Viva la esperanza!!!!!

10:16 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Buenos días! Hoy se ha despertado un cielo azul, nítido, exento de nubes, con un sol radiante que augura una preciosa y agradable jornada entre la naturaleza. Aunque sigo con la chimenea encendida para evitar que la casa sufra de la bajada de temperaturas que azota estos lares por la noche. ¡Y hoy me está costando muchísimo que el fuego prenda bien!
            Si os digo la verdad estoy bastante en blanco, llevo un buen rato con el Word abierto ante mí y no soy capaz de encontrar un tema interesante del que hablaros. Entre vigilar la chimenea, la tele con Shin-Shan abierta con mi hija delante y la falta de ideas no consigo escribir nada coherente.
            Ayer estuve tentada de ir a mirar las estadísticas del blog varias veces, pero con el frío que hacía me costaba un mundo sentarme en el banco de la carretera para utilizar el USB de MoviStar y poder conectarme. ¡Así que es un misterio saber si os gustó o no la entrada de ayer!
            No sé cómo voy a colgar las entradas cuando el frío apriete de verdad. Ya me veo con la cazadora de esquí, los guantes en las manos, un gorro, una bufanda y temblando ante la pantalla, sentada en mi banco de la carretera, con una gélida sensación azotándome la cara y la nariz entumecida por las bajas temperaturas. ¿Os lo imagináis?
            Pero lo que tengo claro es que a pesar de enfrentarme a días como hoy, en los que cada párrafo me cuesta una eternidad, y a las posibles trabas para llegar a vosotros, prometí una entrada diaria y, a pesar de las adversidades, la voy a colgar, aunque sea algo insubstancial como lo que hoy comparto con la blogosfera.
            Por la tarde de ayer estuvimos con unos amigos charlando sobre muchos temas de actualidad. ¿Quién no se preocupa por los efectos de esta dichosa crisis que nos azota? La bajada del consumo, la falta de dinero en las arcas públicas, la inmensa morosidad a la que se enfrentan bancos y empresas, la incapacidad para encontrar una vía de salida a la situación y de mantener a flote una economía que se va debilitando a medida que pasan los días… ¡Uffffff! ¡Hay tanto que lamentar!
            Tras un rato analizando estos pormenores de la situación financiera del país y del mundo entero hablamos de cosas triviales, hicimos un poco de broma y nos olvidamos por unas horas de la realidad que nos envuelve.
            En medio del panorama en el que vivimos, ¿cómo va una editorial a apostar por un novel? ¿Cómo puedo ni imaginar que mis sueños lleguen a buen puerto? El otro día escuché un programa de radio en el que Antonia Kerrigan, la dueña de mi agencia literaria, seguía pensando que todo es posible, que la puerta no está del todo cerrada y que lo único que nos queda es intentarlo.
            ¡Pues aquí está mi entusiasmo! Voy a creer en lo increíble, voy a soñar en la consecución de las metas inalcanzables y voy a pensar que todos los que están sufriendo en sus carnes la crisis, que toda la gente que ha perdido su trabajo, su medio de vida, su negocio o su capacidad por seguir luchando podrán poner su empeño en encontrar una vía, una solución, un camino que los ayude a sobrevivir en un mundo a la deriva.
            Porque sin esperanza no hay nada. La esperanza es la base de la felicidad, el motor de las soluciones, la manera de afrontar las desgracias con un mínimo de fuerza, la única capacidad que poseemos para sobreponernos y volver a empezar.
            En mi hermana tengo un gran ejemplo de ello, de cómo la esperanza y el deseo de superar una mala experiencia puede ayudarte a caminar hacia adelante sin olvidar las experiencias del pasado. Cuando hace siete meses la vida le asestó un golpe muy duro y borró de un plumazo todo cuanto ella tenía llevándose al hombre que vivía con ella, fue capaz de luchar por no hundirse, de mirar hacia adelante a pesar del dolor que arrastraba, de renacer de sus propias cenizas aunque se pase las noches en blanco llorando y sufriendo, de levantar la cabeza y continuar recorriendo la senda de la vida con muchos recuerdos y sentimientos acompañándola y el sueño de avanzar hacia donde él hubiera querido, hacia su felicidad.
            Así que voy a seguir su estela, voy a mirar hacia adelante con confianza, con esperanza, con tesón y sin angustia. Pase lo que pase mi esperanza no se va a marchitar. Y espero contagiar a todos los que sufren, lanzarles ese globo sonda de optimismo del que hablé hace días y de ayudarles a sonreír un poco.
            ¡Feliz domingo!   

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