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¡Buenos
días!!! ¡De nuevo es lunes! Es increíble la rapidez con la que se superponen
las semanas y los meses, como si fueran un simple suspiro que se escapa por la
boca sin tiempo para retenerlo. Es cuando vives que no sientes el paso del
tiempo, pero cuando miras atrás te encuentras sintiendo que ya han pasado
muchos años….
Ayer
por la tarde me pasé tres horas preparando una nueva página en la que colgué lo
que he escrito hasta la fecha de nuestro relato: Los Cofres Del Saber. De
momento he reescrito algunos trozos del principio de la historia y he corregido
algunos errores, aunque a partir de ahora voy a ir limando las erratas y los
fallos de estilo. ¡Espero sugerencias y/o detección de errores!
Al
pasar todo el relato a los folios de un Word me salieron 40 páginas a espacio
simple, lo que equivaldría a unas 100 de un libro. ¡Me quedé asombrada! Es
alucinante lo que he ido escribiendo de este relato sin seguir una pauta de
horarios ni de nada y, sobre todo, sin pretender otra cosa que compartir una
historia con vosotros e ir moldeándola con vuestros comentarios. ¡La
experiencia está resultando alentadora!
Esta
semana iré siguiendo con la trama, pero no sé si mucho, tengo la cabeza un poco
liada con tantas cosas como me esperan y estoy bastante espesa. ¡Las pocas
visitas de este fin de semana lo demuestran!
Estoy
en época de cambios, ya veis, diseño de blog nuevo, nueva página donde
finalmente he reunido de una manera un tanto ordenada todos mis escritos sobre
la trama, otra con un poquito sobre mí, la semana que viene me entra un becario
en el trabajo para ayudarme, voy a cambiarme el móvil (sigo sin comprar el
iPhone, he pedido un Samsung),… ¡Pero hay cosas que siguen inalterables!
Tengo
mis clases de baile, esenciales para mi terapia mental, mi trabajo, también es
necesario para no sentirme inactiva, mis hijos, el cumpleaños de la niña, el
blog, las novelas, la cita, los nervios a flor de piel, la sensación de que
todo tiene un principio y un final, la esperanza de llegar a tocar algún día
las tapas de un libro mío, mis intensa actividad cerebral, mi gratitud hacia
vosotros,…. ¡Esto sigue ahí! ¡Y creo que nunca va a cambiar!
Estoy
repasando con lentitud todo lo que escribí el invierno pasado de Oros, la
continuación de La Baraja. Si
miro atrás, a aquellos momentos en los que la obsesión me había cegado tanto
que ya no era capaz ni de escribir con ilusión, recuerdo días muy duros y
angustiosos, días en los que la falta de noticias me ahogaban, días en los que
yo creía de verdad que esas noticias podrían llegar, aunque no sabía que era
imposible.
Entonces
arrastraba las horas con ansiedad y melancolía, caminaba con un nudo en el estómago,
siempre con la desazón acompañándome y la baja autoestima como un estigma difícil
de abandonar.
Pero
incluso en ese estado, sin ganas de leer ni de escribir, sin credibilidad en lo
que hacía, conduciendo a la deriva, preguntándome en todo momento qué estaba haciendo
y hacia adónde iba, sintiendo el peso de la desgastada situación en la que me
había metido, conduciendo una nave entre la niebla, fui capaz de escribir
ochenta y cuatro folios coherentes y que apuntan a una historia que se
sustenta, a una historia que puede llegar a crecer y a convertirse en una gran
novela.
Así
que me he propuesto intentar con todos los medios a mi alcance retomar esa
historia desde el punto en el que la dejé, poner a funcionar mi mente para que
vaya dándole vueltas una y otra vez a la trama y se reactive, para crear otra
vez. ¡Aunque prometo no dejar a Sara, Vladymir, Ignacio, Úrsula, Svet y
Eduardo!
¡Os
deseo un feliz día! ¡Sentid conmigo el tic tac del reloj!
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