La extenuación de Vladymir (la trama 29)

8:09 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Buenos días! Espero que ayer disfrutarais un montón del sol, el calor y el día de verano que se nos regaló a primeros de octubre. Aunque quizás ya va siendo hora de que el otoño invada las calles, ¿no? Yo descansé muchísimo, por la mañana en la piscina, por la tarde en una terracita donde sirven zumos naturales y luego en casa, con mi ordenador y la novela sobre el regazo, intentando conectar de nuevo mis circuitos neuronales con la narración.
            Bueno, como tenemos una trama a medias y os prometí que hoy proseguiríamos, vamos a irnos con Vladymir. Sara continúa sentada en el recibidor de la casa con Ignacio desmayado en el suelo.
            …La conexión se había roto de una manera estrepitosa una hora atrás. Vladymir no sabía cómo reencontrar a la pareja que había bloqueado de alguna manera su capacidad para conectar con ellos. Se había quedado de pie en la escalera durante cuarenta largos minutos, exprimiendo sus neuronas para obligarlas a buscar en cualquier espacio relacionado con el autobús, sus paradas, su recorrido.
            El esfuerzo le había dejado la huella de una fuerte cefalea que bajaba en forma de acuciantes calambres por la coronilla y se enseñaba con las sienes. El ruido que había distorsionado de alguna manera desconocida su capacidad de encontrar a personas evolucionadas había penetrado en el córtex cerebral y se había propagado como si reverberara entre los nervios para evitar que funcionaran como era debido.
            Todos sus esfuerzos por apartar de él aquellos ojos marrones que propagaban la vibración por su interior se habían convertido en pequeños intentos sin frutos ni esperanza. Había cruzado las manos sobre el pecho, manteniendo las palmas bien abiertas y la barbilla entre los pulgares, había ralentizado su respiración, había rebajado los latidos cardíacos, había ignorado la realidad, cerrado los ojos al ahora y ahondado en las capacidades adquiridas con los cofres, pero había gastado sus energías en vano, Ignacio había mantenido el ruido hasta que estuvo a salvo y Vladymir se había quedado sudado, exhausto, con jaqueca y sentado al pie de las escaleras.
            Úrsula lo había obligado a levantarse y a estirarse en la cama para descansar. Estaba total y absolutamente agotado, parecía como si hubiera envejecido un siglo. Sus venas, ya marcadas de por sí, sobresalían en su piel blanquecina como si se pudieran coger con las manos, su rostro se había quedado sin expresión, con unas bolsas amoratadas bajo los ojos y un color plomizo que le marcaba los huesos de las mejillas como si fuera un cadáver en descomposición. Sus manos seguían cruzadas sobre el pecho, estaban flácidas, blancas, arrugadas.
            Necesitaba descansar durante unas horas para recuperar el control sobre su cuerpo y volver a buscar a Sara. Ella era la clave para resolver el misterio del último de los cofres, el más importante, el que descubría la manera de evolucionar del todo a un nuevo estadio, de convertirse en un ser pleno, en un humano con todas las capacidades que los prigenios les habían negado.
            Cerró los ojos y dejó que su mente se quedara en blanco. Anuló todos los pensamientos, los recuerdos, la rabia y el dolor. Aplacó la ira que lo iba consumiendo, aplicando una técnica de relajación que había aprendido en sus años en el Tíbet, cuando empezaba a entender sus nuevas capacidades y necesitaba aprender a usarlas con tranquilidad.
            La negrura fue ocupando lentamente su cabeza. No veía nada, no pensaba nada, no sentía nada. Todo su cuerpo se fue relajando, hundiendo en el mundo onírico, destensando los músculos, recuperando el riego sanguíneo, la respiración, los latidos. El dolor de cabeza se fue fundiendo con la nada hasta desaparecer. Y Vladymir se quedó completamente dormido.
            Bueno, hasta aquí la entrada de hoy. ¡Pasad un feliz día!!!
Safe Creative #1110030194026

You Might Also Like

0 comentarios: