Dos facetas incompatibles
¡Buenos días!!! Y pensad
que hoy es bueno de verdad, como mínimo en Barcelona. El sol parece decidido a
no abandonar su supremacía y las temperaturas son altas, agradables y geniales
para pasear, tomar el sol o sentarse en una terracita a tomar algo en grata compañía.
Últimamente en mis
entradas os estoy dejando pasar un poquito dentro de mis sentimientos y os
explico demasiado bien qué impresiones me deparan situaciones de lo más
diversas. Hay gente que me ha dicho que puede intuir mi estado anímico según el
tono de las palabras, aunque yo creo que el tono siempre es el mismo, ¿no?
De todas maneras no creo
que exista una persona sin altibajos esporádicos o muy seguidos. ¡Somos
humanos! ¡Sentimos! ¡Pensamos! ¡Y le damos vueltas a las situaciones! A pesar
de que siempre existen sujetos fríos y sin ninguna intención de mostrar
reacciones, en el fondo todos tenemos intensas emociones ante determinadas
circunstancias.
En mí conviven dos facetas
que son incompatibles entre ellas. ¡Soy géminis! ¡Qué se le va a hacer! Por un
lado soy ordenada, metódica, estructurada. ¡Ya tengo el presupuesto de 2012 de
mi casa desde el mes de abril! Me gusta controlar las cosas, tener un esquema
claro de adónde voy y qué necesito para llegar. Quizás por eso soy buena con
los números, la contabilidad y el control presupuestario, porque me cuesta
mucho desviarme de los pasos trazados.
Esa es la faceta que me
paga las facturas y que rige mi día a día. Estudié económicas porque se me daban
genial las matemáticas y seguí con mi marcada manera de ser: imponerme un reto,
trabajar duro, ser constante y alcanzar los objetivos.
Pero cuando llegamos a mi
vocación, a la escritura que se inmiscuye en mis deseos, nos encontramos con un
caos dentro de orden. No hago esquemas previos, no decido el crecimiento
personal de los personajes hasta que voy avanzando en la narración, no sé cuál
será el desarrollo de la historia hasta que me siento delante del ordenador,…
Lo más extraño del caso es
que si tengo tiempo, ganas y energía, soy capaz de darle forma a un manuscrito
en poco tiempo y que mi cabeza trabaja a 500 por hora, porque va uniendo las
tramas y las subtramas a medida que avanzo y al final logra que el esquema de
la novela tenga consistencia y cierre todas las historias que subyacen de la
principal.
Quizás por eso luego me
cuesta un mundo entender los largos plazos editoriales, las esperas y la
necesidad de ser un ente paciente y crédulo. Es que la vida de un artista no
cuadra con mi personalidad, ¿Cómo se hace eso de darlo todo, trabajar muy duro,
escuchar, absorber, escribir y esperar, esperar y esperar? Si os digo la verdad
eso es lo que realmente me cuesta y lo que me ha llevado muchas veces a bajar
en picado.
Me dicen que mis novelas
son un reflejo de mí misma. Que son movidas, rápidas, ágiles, con un ritmo
trepidante y donde pasan muchas cosas. Hay gente a la que le ha gustado ese
estilo, que como yo se salta las descripciones de las otras novelas y va
directamente a la acción, que quiere movimiento, emociones fuertes y ritmo rápido.
Y siempre que exista ese público potencial para mis escritos voy a seguir
luchando.
Para ser sincera también
he recibido alguna que otra crítica constructiva que me ha ayudado mucho a la
hora de pulir y he escuchado sin ofenderme la reacción de un par de lectores a
los que mi estilo no les ha encantado. ¡Ha de haber gustos para todos! Tampoco
a mí me gustaron los libros de esa interminable lista que se me sugirió.
¡Feliz domingo!!!
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