Ideas inconexas
¡Buenos días! Llevo un par
de semanas con la cabeza revolucionada, con mil ideas que deambulan furiosas
por su interior sin acabar de asentarse, una novela empezada que no acaba de
tomar cuerpo, otra en la recámara que no sé si algún día escribiré y un sinfín
de imágenes inconexas de mis deseos para los míos.
Supongo que es la manera
que tiene mi cerebro de reiniciarse, es como si estuviera reseteándose, con una
explosión de historias que no acaban de encontrar el cauce para plasmarse en la
hoja del Word.
Aunque mi disciplina es
férrea y cada día lo intento, con mi trillada selección de canciones lentas que
despiertan emociones intensas en mi interior, el ordenador en el regazo,
sentada con muchísimos cojines a mi alrededor y un vaso humeante de Rooibos de vainilla…
Aspiro el aroma de la
infusión, me encanta el olor a las especies. Cierro un instante los ojos para
trasladarme con la mente al lugar donde está Júlia en este momento, pero no
acabo de verla ni de sentirla. Y no quiero dejar esta novela, me apetece
terminarla.
Mi ventana me muestra un
día gris y apático. Hace frío, lo noto en la atmósfera… Me apetece encontrar el
cauce correcto de las frases acompañada de una visualización perfecta y
armónica de la situación, ponerme en la piel de la protagonista para ayudarla a
descubrir su destino, pero sigo con la sensación de que hay miles de gotas
condensadas en mi cabeza con ideas dispares que no consiguen formar un puzle
claro.
Quizás los últimos
acontecimientos me han golpeado ofreciéndome una visión distinta de la
realidad. El idealismo se queda atrás, hay que tocar de pies en el suelo y
darse cuenta de que en las novelas todo fluye con la facilidad que tú le
quieras otorgar, mientras que en la vida real muchas veces los deseos se
truncan.
Está claro que mis dos
lectoras beta que han terminado EDP
han quedado contentas con el argumento. El principio es previsible, pero una
historia de amor anunciada en la sinopsis tiene eso, ¿no? Hay un instante de la
novela en el que el argumento da un giro y nos encontramos en un estadio
diferente, uno en el que hay un misterio y mucha tensión. Y ahí mis lectoras
dicen que ya no saben por dónde voy a salir…
Una de ellas afirma que mi
manera de ver el amor es idílica, normalmente las relaciones no se forjan así,
los sentimientos aparecen según el rumbo de nuestras comunicaciones y no pueden
ser tan intensos desde el inicio. Discrepo. La química entre dos personas nos
induce a sentir, a pesar de que las evidencias muestran la imposibilidad de una
relación o la dificultad que entraña acercarse a la otra persona. Las
reacciones del cuerpo son la prueba fehaciente de que el amor nace de una
atracción y nos atrapa en sus redes sin que nosotros podamos controlarlo. Aunque
sin comunicación, cercanía y salidas es imposible que se cultive una relación.
Me he propuesto explorar
las diferencias entre la psique masculina y la femenina, encontrar una manera
de explicar la manera de actuar de cada sexo y ver si hay un nexo. Quizás las
cosas son más sencillas de lo que pensamos…
¡Feliz día! J
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