Sin hoja de ruta
¡Buenos
días! Los lunes son días complicados y difíciles, cuesta levantarse para ir a
trabajar y dejar atrás la pereza del fin de semana. Suerte que a medida que
avanza la jornada nos adaptamos de nuevo al ritmo frenético y nos olvidamos de
la tranquilidad y el sosiego.
Es
curioso, las ideas se transforman con el paso de los días. A veces le doy
muchas vueltas a una escena en concreto, tengo una inspiración repentina y
moldeo los personajes y las palabras en mi mente, sin atender al sitio ni al
momento. Luego, cuando llego a casa y encuentro un hueco para escribirlo lo
modifico inconscientemente a medida que avanzo en la narración.
Esa
manera de escribir es la que le da vida a mi mundo interior, la que consigue
arrancarme esa sonrisa intensa en un día de lluvia, la que me produce las
cosquillas en el abdomen cada vez que me siento con mi portátil en el regazo.
Siento como los personajes, me emociono con ellos y consigo vivir sus
peripecias sin salir de casa.
Últimamente
me aconsejan que utilice algún tipo de esquemas y de fichas de personajes para
escribir, pero a mí no me gusta la idea, disfruto muchísimo creando sin seguir
una ruta trazada. Me gusta caminar por aguas turbulentas, que la trama me
sorprenda de repente, darle giros inesperados.
Escribir
para mí es un acto creativo, una manera de dar salida a los mil mundos imaginarios
que tejo durante mis momentos libres: cuando conduzco, mientras espero a alguien,
en el supermercado…
La
manera en la que luego las historias maduran es totalmente ajena a mi voluntad,
aparecen ideas sueltas e insólitas que hacen más atractiva la trama y más
interesante mi trabajo de creación.
Si
me marco una hoja de ruta luego tendría que modificarla continuamente, igual
que me pasa con si explico la trama al inicio o intento seguir un guion
prestablecido. Aunque quizás sí que iría bien tener más claros los nombres de
los personajes y sus descripciones físicas…
¡Feliz
día! J
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