Pintora de emociones

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El cielo se despierta nublado, con una textura gris que presagia algo de lluvia y una expresión triste. No me gustan los días apagados, pero hoy es viernes y me encanta saber que me queda un fin de semana para relajarme y descansar.
Colorear las emociones, darles brochazos intensos para extraer la esencia de cada instante y encontrar la manera de que el bosquejo de tu presente aparezca alegre es una tarea importante. Hay que buscar esos matices claros y nítidos que nos ayudan a entrar en un estado de ilusión.
Para mí la alegría se nutre de una paleta carmín, con diversos tonos más o menos intensos según el grado de gozo. Una sonrisa es un rojo con luz, una carcajada casi se acerca a un púrpura y cuando la expresión de tu cara es de felicidad nos acercamos al rojo aurora.
La tristeza, la melancolía y los momentos de bajón encuentran su color en los grises. Uno claro pinta el estado más esperanzador, mientras que el oscuro nos acerca lentamente a la ira. Apagar la paleta significa empequeñecerse, como si nos encogiéramos.
Comenzar a llorar, derramar la angustia por los ojos, sentarse en el sofá a oscuras y sentirse desgraciado ennegrece el lienzo. La oscuridad es sinónimo de desesperación, como si cerráramos la luz en un cuarto sin ventanas y no encontráramos la salida.
El amor se viste de rosa, violeta, malva… Los colores pastel son los que siempre asocio a ese sentimiento que remueve la parte blanda de nuestros corazones. Las cosquillas intensas en el abdomen cuando vamos al encuentro de la persona amada son como un campo lleno de cerezos en flor. La espera frente al teléfono para saber si habrá una segunda cita es un violeta fuerte, se nutre de la serenidad del rojo y de la esperanza del azul del cielo iluminado por el guiño ilusionado del sol en su cénit.
Porque la esperanza para mí es un añil con brillo, tintado a veces con lapislázuli o con el color del cielo llenándose con la esencia de astro rey en pleno apogeo. Sentarse a la vera del mar a descubrir el manto azul que se une con el cielo en el horizonte despierta la capacidad de sentir que todo es posible.
En cambio la incertidumbre es multicolor, como si no consiguiera definir en ningún momento su verdadero tono y nos vapuleara de un lado a otro de la paleta para dar brochazos inconexos en el papel de la vida.
Sorprenderte es como encontrar un prado verdoso en medio de un paisaje montañoso, donde la nitidez de la hierba consigue arrancarte una sonrisa con unas cuantas amapolas en flor.
Seguro que si os ponéis a pensar en vuestras emociones sabréis pintarlas… A mí no me queda espacio en el blog ni tiempo… Otro día os coloreo más….

¡Feliz día! J  

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