¡Qué recuerdos!
¡Buenos
días! Hace un día precioso, aunque parece que será fresco, como ayer. El viento
silba en la terraza y se enreda en las hojas moviéndolas con fuerza, el
silencio de mi casa a estas horas, empañado por el tableteo de las teclas, se
rompe con la fiereza del aire en el exterior.
Me
arrebujo con el jersey y miro por la ventana con la sensación de que la
temperatura es baja. Quizás la primavera todavía no se ha adentrado en nuestro
clima y quedan resquicios del invierno, que se resiste a marcharse.
Ayer
María José Moreno, una compañera de la Generación Kindle que ha conseguido un
maravilloso contrato con Ediciones B para sus libros, rescataba de la memoria
un blog al que hace años era adicta.
En esa época no me atrevía a comentar los posts
ni a participar en los foros que leía con intensidad.
Miserias Literarias era increíble, alguien del sector que se hacía llamar Prometeo
desgranaba las tristezas del mundo editorial explicando la realidad sin
tapujos. Para mí era un momento convulso en el que deseaba, anhelaba y
necesitaba saber que mi adicción a la escritura llevaba a alguna parte. Bebía
de las palabras de Prometeo y muchas veces acababa angustiada al descubrir
algunos entresijos que demostraban que quizás nunca alcanzaría mis sueños.
Las
verdades duelen y Prometeo decía muchas que en ese momento no quería escuchar.
Luchar por alcanzar la luna destroza los nervios, sentir que si no llegas a
tocar el cielo con tus manos no serás feliz es la peor de las condenas.
Igualmente devoraba con fervor cada entrada, monitorizaba los comentarios y las
respuestas, y no quería admitir que posiblemente la mayoría de las palabras del
misterioso autor del blog eran
ciertas.
Cuando
miro atrás me descubro como otra persona, es alucinante que fuera capaz de
creerme que si no conseguía publicar jamás conseguiría sonreír. Recuerdo que
varias de las afirmaciones de Prometeo me producían una reacción de rechazo y
me convencía a mí misma de que eso no me iba a pasar, de que esa realidad iba
dirigida a otras personas.
La
mente humana es compleja, a veces deseamos lo que no podemos tener y
conseguimos que la falta de nuestros anhelos nos despierte un dolor físico.
Durante un tiempo intenté descubrir quién se escondía tras las palabras de
Prometeo, incluso fantaseé con escribir una novela acerca de él.
Un
día dejó de escribir. No hubo explicación por su parte ni más comentarios ni
más información que despertara mi imaginación y alimentara mi frustración. Pasé
varios meses comprobando la falta de entradas hasta que lo olvidé. Por suerte
la vida me condujo a un entendimiento clarísimo de la situación y a una manera
más objetiva de vivir la realidad.
Ayer
releí muchos posts con mi nuevo
enfoque de la vida, incluso rescaté algunos de los míos de cuando iniciaba la
andadura en este blog. ¡Qué
diferentes los siento ahora! Parece mentira cómo un cambio en la manera de
pensar y de ver la vida consigue descubrir las realidades…
¡Feliz
día! J
Y yo sin saber quien era este Prometeo, que parece que tanto angustiaba con sus predicciones. Me ha encantado leer como te deshiciste de los malos augurios de ese personaje y que hayas sabido ver la realidad como es. Cuesta conseguir las cosas pero la constancia siempre se premia. Tu estás por muy buen camino ;-)
ResponderEliminarPor cierto lo de maravilloso contrato con ediciones B vamos a dejarlo en contrato leonino jajaja. UN besote
Jajajajaja, mírate el blog, es súper interesante. ¡Un beso! Y gracias por tus palabras.
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