Amistad, divino tesoro
¡Buenos días! Ayer las visitas al blog se incrementaron
hasta rozar las doscientas. Es bonito compartir con gente anónima momentos
álgidos, como la consecución de algo grande por parte de mis hijos. Cada día no
se llega a cinturón negro de Taekwondo ni se saca un diez en matemáticas,
cuando tu nota media en esa asignatura es un cuatro.
A veces no soy capaz de pronunciar en voz alta
suficientes veces el orgullo de tener cerca a personas maravillosas, de ser
parte de sus vidas sin necesitar nada a cambio, de tenerles conmigo cuando les
necesito.
Ayer por la tarde llegué a casa cansada de la
jornada laboral. Tenía unas horas de escritura por delante, sola en casa, sin
distracciones, pero mi inspiración no quería colaborar. A veces pasa, llevo
treinta y ocho días abducida por la novela, escribiendo como una posesa.
Más de ochenta y seis mil palabras llevo ya…
Sin embargo hay instantes en los que me bloqueo o
la historia no quiere fluir. Eso fue lo que me pasó ayer por la tarde, estaba
encallada, sin ver la escena ni saber cómo llevar a los personajes al siguiente
nivel.
Cuando estoy así suelo encontrar muchos fallos en
lo ya escrito, me parece malo, como si mis palabras se estancaran en muchos
tramos. Ayer debería haberme ido a dar una vuelta en vez de emperrarme en
continuar, normalmente la inspiración regresa pronto cuando no la fuerzo, pero
hacía mucho frío, no tenía demasiadas cosas a hacer fuera de casa y la idea de
abandonar me daba rabia.
Releí varias veces un par de párrafos, se los
envié a una de mis amigas y me dio la pista de cómo solucionar ese instante concreto,
y de repente lo vi, qué pasaba a continuación, cómo conseguir la intensidad necesaria
entre Zack y Julia para avanzar correctamente en su historia.
Al final escribí dos capítulos enteros y empecé un
tercero, con las ideas manando con naturalidad, sin los agobios del principio.
Así que desde aquí le doy las gracias a mi amiga,
sin ella muchas veces estaría totalmente perdida entre mis altibajos de
inspiración. Me gusta escuchar sus críticas, aunque a veces sean duras, ver más
allá de las historias, darle un giro a los momentos necesarios y caminar
acompañada, con su visión práctica de la realidad.
Apreciar la amistad de las personas cercanas, no
anhelar recuperar algunas relaciones perdidas en el tiempo y aprender a dar y a
recibir cariño son las bases para asentar una buena compañía. Soy de las que
opinan que es necesario ayudar a quien te lo solicita, intentar darlo todo y no
pedir nada a cambio.
¡Feliz día! J
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