Primeros besos
¡Buenos días! Viernes… Esta semana me ha pasado
volando, como si contara con poco tiempo para retener las horas y las sonrisas.
Ayer por fin escribí el primer beso entre Zack y Julia, dándole la intensidad
necesaria para atraparme con una emoción increíble.
¿Quién no recuerda ese primer beso con pasión?
Cuando cierro los ojos y me transporto a cada primer beso de mi vida vuelvo a
vibrar, con cosquillas en el estómago y ese hormigueo en la piel, acompañado de
taquicardia y respiración acelerada.
Es el momento más álgido en una relación, lo
esperas desde que surge la atracción, con miradas cruzadas, encuentros,
momentos y un sinfín de deseos postergados.
Me muerdo el labio y sonrío como una boba,
sintiendo, como si pudiera ser Ju durante unos minutos para saborear esa cálida
exaltación que te recorre el cuerpo cuando por fin tus labios se posan sobre
los anhelados, abrazándole, acariciándole con necesidad de llenarte de él.
Ayer a la hora de comer rememoré mi juventud, aquellos
primeros besos apasionados que parecían ser el principio y el fin de mi
emoción, como si pudieran convertirse en la más preciada de las posesiones,
transportándome al limbo de la felicidad. Suspiro, con la mente enredada en
cada sensación, cuando todos los átomos de mi piel temblaban con ardor.
La química entre dos personas tiene un proceso
diferente en cada caso, cocinándose a fuego rápido o lento. A veces basta una
mirada para conectarse a alguien en la distancia y pasarse los días siguientes
con la cabeza llena de imágenes de él. Otras se tardan días, semanas e incluso meses
o años.
Una vez surge el magnetismo tu mundo se vuelve del
revés, las horas se convierten en obstáculos para verle de nuevo, las cuentas
mirando el reloj compulsivamente, pidiéndole que los minutos se conviertan en
segundos, que avance rápido, que te lleve a sus brazos cuanto antes.
Cuando se avecina un encuentro el corazón dispara
los latidos, convirtiendo tu sien y tu pecho en un tambor, se te acelera la
respiración y caminas con pasos rápidos y cortos, como si la distancia entre
los dos fuera demasiado larga. Miradas, roces involuntarios, palabras, sentimientos
que flotan en el ambiente… Sueñas con sus besos, con una viveza casi real,
ansias abrazarle, sentirle.
Al fin se produce y tu mundo deja de girar,
flotas, agarrándote únicamente a sus labios, como si el suelo se hubiera desintegrado
bajo tus pies y nada más importara. Es un momento mágico, uno que me encanta
escribir.
¡Feliz día! J
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