Imaginar, amar, sentir

7:07 Pat Casalà 2 Comments

¡Buenos días! Ayer por fin llegó mi marido de China. Es increíble tenerlo en casa otra vez, por mucho que pase el tiempo no me acostumbro a sus viajes, yo prefiero tenerle cerca.
Mi cabeza sigue empeñada en avanzar a tres mil por hora en la historia de Zack y Julia, me bombardea constantemente con ideas, escenas y momentos álgidos, con una sucesión de emociones que me vapulean sin piedad.
Imaginar, sentir, vibrar con los personajes, caminar de la mano de una trama interesante, suspirar durante el día pensando en ellos, con una sensación de proximidad, como si estuvieran vivos y fueran parte de mi vida. Es una extraña comunión entre la ficción y la realidad.
Ayer apenas conté con tiempo para escribir ni para bailar. Fue un día de reuniones, recibimientos y mil recados. Cambio de móvil, llamadas, restaurar los nuevos teléfonos, dejar limpio el mío antiguo para mi hijo, sonreír, sobre todo han de haber muchas sonrisas…
He descubierto la fuerza de escribir romántica, la gran satisfacción de llevar a dos personas a enamorarse, a vivir intensamente sus historias, a ser la artífice de su primer beso, de su primera vez, de sus palabras de amor susurradas a la vera de cada instante.
En la vida es importante disociar lo posible de lo quimérico. No he logrado aquellas metas proyectadas en la adolescencia ni me dedico únicamente a escribir, pero por suerte tengo un trabajo remunerado con una necesidad imperiosa de utilizar al máximo la capacidad mental y me ayuda a escribir mejor.
  Si no tuviera la posibilidad de plasmar mis mundos imaginarios en el papel, dándoles forma como novela, no podría subsistir. Es una necesidad más allá de la razón, un manantial que nunca se seca, una disparatada lluvia de ideas que me ahoga si no las exploro.
Imaginar es mi base para sonreír. Cuando algo no sale como me gustaría le doy la vuelta en mi mente y vivo esa realidad, con una sonrisa, sin moverme del sofá, con la sensación de que puedo tocar con la mano ese deseo imposible.
A veces cierro los ojos y regreso a mis ilusiones infantiles, me veo frente a una larga cola de personas, con mi libro entre las manos y cosquillas en el abdomen. Antes esa imagen me destrozaba, porque nunca se materializaba, ahora me ayuda a sonreír, a ser parte de algo que me hace feliz.
Conocer a mis lectores beta me ha abierto los ojos a un mundo de emociones, hablar con ellos de las tramas, mejorar con sus ideas, pensar más allá de lo escrito con sus aportaciones y darle color a la necesidad de compartir mis historias con los demás me ayuda a sentirme acompañada en estos caminos solitarios.

¡Feliz día! J

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2 comentarios:

  1. ¿Estas historias de romance, sexo y sudor tienen alguna base autobiográfica?

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