Imaginar, amar, sentir
¡Buenos días! Ayer por fin llegó mi marido de
China. Es increíble tenerlo en casa otra vez, por mucho que pase el tiempo no
me acostumbro a sus viajes, yo prefiero tenerle cerca.
Mi cabeza sigue empeñada en avanzar a tres mil por
hora en la historia de Zack y Julia, me bombardea constantemente con ideas,
escenas y momentos álgidos, con una sucesión de emociones que me vapulean sin
piedad.
Imaginar, sentir, vibrar con los personajes,
caminar de la mano de una trama interesante, suspirar durante el día pensando
en ellos, con una sensación de proximidad, como si estuvieran vivos y fueran
parte de mi vida. Es una extraña comunión entre la ficción y la realidad.
Ayer apenas conté con tiempo para escribir ni para
bailar. Fue un día de reuniones, recibimientos y mil recados. Cambio de móvil, llamadas,
restaurar los nuevos teléfonos, dejar limpio el mío antiguo para mi hijo,
sonreír, sobre todo han de haber muchas sonrisas…
He descubierto la fuerza de escribir romántica, la
gran satisfacción de llevar a dos personas a enamorarse, a vivir intensamente
sus historias, a ser la artífice de su primer beso, de su primera vez, de sus
palabras de amor susurradas a la vera de cada instante.
En la vida es importante disociar lo posible de lo
quimérico. No he logrado aquellas metas proyectadas en la adolescencia ni me
dedico únicamente a escribir, pero por suerte tengo un trabajo remunerado con
una necesidad imperiosa de utilizar al máximo la capacidad mental y me ayuda a escribir
mejor.
Si no tuviera la posibilidad de plasmar mis
mundos imaginarios en el papel, dándoles forma como novela, no podría
subsistir. Es una necesidad más allá de la razón, un manantial que nunca se
seca, una disparatada lluvia de ideas que me ahoga si no las exploro.
Imaginar es mi base para sonreír. Cuando algo no
sale como me gustaría le doy la vuelta en mi mente y vivo esa realidad, con una
sonrisa, sin moverme del sofá, con la sensación de que puedo tocar con la mano
ese deseo imposible.
A veces cierro los ojos y regreso a mis ilusiones
infantiles, me veo frente a una larga cola de personas, con mi libro entre las
manos y cosquillas en el abdomen. Antes esa imagen me destrozaba, porque nunca
se materializaba, ahora me ayuda a sonreír, a ser parte de algo que me hace
feliz.
Conocer a mis lectores beta me ha abierto los ojos
a un mundo de emociones, hablar con ellos de las tramas, mejorar con sus ideas,
pensar más allá de lo escrito con sus aportaciones y darle color a la necesidad
de compartir mis historias con los demás me ayuda a sentirme acompañada en
estos caminos solitarios.
¡Feliz día! J
¿Estas historias de romance, sexo y sudor tienen alguna base autobiográfica?
ResponderEliminarPor suerte tengo una gran imaginación. :-)
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