La magia de escribir
¡Buenos días! Ayer pasé el día estirada en la
cama, casi sin hacer nada. Tuve un gran dolor de cabeza, de aquellos que me
hacen vomitar cuando me muevo… Hoy estoy mejor, pero no bien del todo. Espero
recuperarme durante el día. Seguro que
es culpa de estos cambios de tiempo tan bestias.
No escribí, no escuché música, no hice nada, solo
quedarme estirada, con los ojos cerrados, a la espera de que el dolor
remitiera. Por suerte a media tarde, y después de demasiada medicación, mi
cabeza empezó a serenarse y conseguí abrir el ordenador para mirar los emails
de trabajo y hablar con mis amigas.
Con esta última novela voy demasiado rápido,
debería detenerme en algún momento para saborear la emoción creativa durante
más tiempo, pero es tal el grado de implicación que tengo con la trama, que
incluso me paso las noches soñando con ella.
Àlex ayer por la noche nos anunció que había
pasado el examen, que ya era cinturón negro de Taekwondo. Me alegro muchísimo
por él, es una gran noticia. La constancia, la perseverancia y la ilusión
siempre acaban trayendo una recompensa.
A veces no se materializa como esperamos ni nos
lleva a la cima de nuestras aspiraciones, pero siempre se recibe un retorno a
los esfuerzos. Ayer me dijeron algo precioso, que me llegó al alma. Tras años
de trabajar intensamente en las novelas, con momentos álgidos, otros ansiosos y
la placentera serenidad de ahora, fue bonito escuchar que a alguien cercano le
maravillara mi capacidad para crear historias en poco tiempo, historias con
alma, con una lógica, con una trama bien pensada.
Me llena de felicidad una frase así, fácil y llena
de emoción. Es curioso, nunca pensé que llegaría hasta aquí, a un lugar donde
lo importante es compartir con mis allegados los manuscritos, escuchar sus
comentarios y mejorar párrafos por chat.
Esa es la verdadera recompensa de escribir, a
parte de la maravillosa sensación de la creación, de caminar de la mano de
personas inventadas, de morderme el labio durante el día, suspirando, al pensar en ellos, acompañarlos en su primer
beso, en el descubrimiento del amor, de los sentimientos, de una traición, de un cambio en su vida…
Sonrisas, lágrimas, suspiros… Es gratificante
pasarse el día con la cabeza en las nubes, dándole vueltas a las situaciones
imaginarias que pueblan mis manuscritos, vibrando con sentimientos ajenos.
Ojalá nunca pierda esta capacidad, es mágica.
¡Feliz día! J
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