Escribir, divino tesoro
¡Buenos días! Parece mentira que ya se acerque la Navidad porque
este año apenas me ha dado tiempo de darme cuenta del cambio de estaciones, de
cómo dejaba atrás el verano para internarme en el otoño y luego en el invierno,
de la irrupción del frío, de las tardes oscuras y de los cambios en el paisaje.
Llevo un tiempo demasiado enfrascada en el trabajo, tanto
que apenas saco horas para disfrutar de la escritura o dedicarme a ella en
cuerpo y alma como antes. Quizás por eso hay muchas tardes que al llegar a casa
a una hora avanzada acabo leyendo o haciendo puzles.
A veces la mente necesita un descanso, igual que los
sentimientos.
Lo noto mucho en mi concentración. No soy capaz para nada de
centrarme en lo escrito por mí y mucho menos en lo que viene a continuación. Y
empiezo a escribir y a corregir a trompicones, sin la celeridad de antes ni la
misma ilusión.
A medida que pasan los años y esa llama incandescente de la
necesidad de publicar se apaga, solo busco disfrutar de la escritura, pasar un
buen rato con mi creatividad, permitirles a los personajes envolverme hasta
convertirse en una parte de mi alma y tatuarse en ella con tinta imborrable.
Cuando releo alguno de mis libros o los recuerdo me emociono.
Y es que se han convertido en una parte importante de mí, en un baúl lleno de
recuerdos maravillosos que atesoro en mi mente y consigue llenarme el cuerpo de
sentimientos cuando lo abro.
El proceso de escritura para mí es igual al de lectura. Quiero
saber cómo se resolverá cada trama, cómo actuarán mis personajes, cómo llegarán
a ese final que clarea en mi mente.
Eso me empuja a darle a las teclas, a vibrar, a sentir cómo
la necesidad de regresar a la historia me absorbe hasta convertirme en un ente
lleno de emociones y deseos de continuar escribiendo sin detenerme un segundo.
Aunque sea difícil de
entender, me basta con eso. Es la energía necesaria para vaciar mi mente de los
mil entresijos del trabajo, de las sensaciones externas, de cualquier mal
momento que me suceda en mi día a día.
Antes deseaba llegar a miles de lectores, descubrir sus emociones
al leerme, sumergirme en un mundo donde pudiera compartir las sensaciones de la
escritura.
Ahora lo veo tan diferente…
Me encanta compartir ideas con mis amigas, discutirlas hasta
darles la vuelta, conocer sus impresiones una vez termino esa historia y
pasarme horas describiendo cada parte, dándole una consistencia más real en mi
mente, dándome cuenta de aquello que no buscaba decir y sin embargo esa novela
dice…
Y sí, creo que la felicidad consiste en esos pequeños
momentos en los que te das cuenta de la maravillosa compañía elegida a base de
años de búsqueda.
¡Feliz día! J
Yo no puedo pensar en qué historia voy a escribir, yo simplemente dejo que las historias vengan a mí y que de repente me digan ¡tenemos que salir! en ese momento me pongo a escribir, sé como empiezo pero nunca sé ni cuándo ni dónde voy a acabar y mucho menos cómo, la escritura es como la vida misma, una sorpresa.
ResponderEliminarBesitos cielo 💋💋💋
A mí también me gusta trabajar así... ¡Un beso!
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