Necesito un break
¡Buenos días! Cuando hay acontecimientos importantes me
invade la nostalgia. Mi hijo ayer cumplió veintiún años. Todavía recuerdo con
una ilusión inmensa el día que nació, esos meses esperándolo, la emoción de acunarlo
entre mis brazos… Solo tenía veinticinco años y me quedaban muchas cosas por
aprender de la vida, pero tener un hijo era uno de mis sueños cumplidos.
Cuando apenas era una niña soñadora e idealista imaginaba
una vida parecida. Casarme muy joven, tener un niño primero y una niña después
antes de los treinta, escribir sin parar, llegar a ver mis libros en la gran
pantalla…
Tengo un hijo y una hija. Él es el mayor y ella la pequeña.
Los tuve con veinticinco y con veintiocho. Cumplí esa parte, pero no se puede
tener todo.
En ese instante yo no lo sabía. Vivía de ilusiones, pintaba
mundos futuros donde todo era posible y saboreaba la felicidad a grandes
sorbos. Y no necesitaba más, la idea de un futuro pintado de color de rosa me
parecía ideal.
Me casé con veintitrés. ¡Ahora me parece una locura al ver a
mi hijo! Pero este abril hará veintitrés años de ese sí quiero y eso
significará que he pasado media vida casada con una persona maravillosa y
todavía nos quedan muchos años para crecer juntos.
Quizás por eso me gusta tanto escribir romántica, porque creo
en un amor perdurable y una de las mejores formas de mostrarlo es darles a los
lectores todos esos instantes previos a la consolidación como pareja.
He de reconocer que acabar las novelas cuando la historia de
amor está en su momento más dulce me encanta porque evito hablar sobre los años
posteriores, cuando la pasión inicial se mitiga y queda el cariño, el amor, la
rutina, la serenidad.
Llevo un mes un poco atascada con la escritura y la lectura.
Necesito un break en mi vida, descubrir otra vez esa emoción de ir a comer con
una de mis amigas de verdad para charlar hasta las tantas de cómo he resuelto
una historia, de la forma de actuar de los personajes, de sus finales, de mil
trocitos de la trama…
Adoro esa faceta, la interacción con las personas que me
leen y pueden aportar su granito de arena para mejorar la historia. Y adoro sin
lugar a dudas mi vida, esas personas que me acompañan, sus sonrisas reales, su
cercanía, su presencia siempre que me siento perdida.
Hay muchas formas de querer, no solo es importante el amor
romántico, también lo es el maternal, el de amistad, el fraternal. Porque al
final la felicidad no se busca, se crea a partir de nuestra capacidad de
disfrutar de lo que nos ofrece la vida sin pasarnos el día deseando alcanzar objetivos
cada vez más altos.
¡Feliz día! J
Me recuerdan tanto tus palabras a la leyenda de Merlin y la búsqueda del trébol de cuatro hojas...😉😘
ResponderEliminarTendré que buscarla... ¡Un beso!
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