Personajes

9:55 Pat Casalà 0 Comments

            Los personajes son algo muy importante para mí. Llegar a conectar con cada una de las personas que da vida al mundo imaginario donde sucede la trama de la novela es intenso y maravilloso. Por unos meses puedes sentir con otra piel, ponerte en situaciones impactantes, pensar cómo reaccionarías ante ellas y reaccionar en el papel.
            Muchas veces aparecen sin más cuando me siento ante el ordenador, son ellos mismos los que van cogiendo entidad y se van nutriendo de varias experiencias almacenadas en mi interior. ¡Es genial ir moldeando a alguien que se te ocurre de un momento a otro! Empiezas a pensar en su pasado, de dónde viene, qué ha sido de su vida y cómo ha llegado hasta aquí. Y lo vas llenando de sentimientos, movimientos y vivencias.
            En realidad es como si empezaran con los trazos imprecisos de un pintor cuando hace un boceto. Primero marca los puntos importantes del retrato con cuatro líneas, delimitando el espacio y la silueta para luego irlo llenando de colorido, expresiones y realidad.
            En ocasiones hay personajes que se apagan solos. Es como si en un momento dado su fuerza e importancia se diluyera hasta desaparecer y ya no fueran relevantes. Entonces se convierten en secundarios, mueren o desaparecen de la escena.
            También pasa al revés. Personas que en un principio sólo pienso delinear para llenar un espacio o dar verosimilitud a una trama cobran importancia para mí, se impregnan de matices interesantes y quieren ocupar un puesto en primera fila. Y así acaban, junto a los principales.
            Mis protagonistas siempre son mujeres luchadoras, pasionales, con mucha fuerza y tesón que en un momento de sus vidas deben sacar todas esas virtudes para acatar el destino. Todas ellas tienen algo mío, algo prestado que las acerca más a mí y me ayuda a quererlas con mayor fuerza.
            Laura LLuna, la protagonista de La Luna de Ónixon, es una mujer joven que hereda el colgante que da nombre a la novela. A ella le cedí parte de mis fantasías infantiles, la hice crecer con mis juegos e invenciones de entonces. Sandra Pons, de Géminis, tiene mi signo como impulso y un logo que aparece en un medallón que una pariente lejana me regaló un día.
            Marta Noguera tiene mi roca, aquella que significa tanto para mí y en la que cada verano me hago una foto. Ángela Harris, de El Secreto de los Cristales, vive una intensa historia de amor que se me ocurrió en un sueño y pasa por ciudades donde yo he estado. A Pamela Casas Algabarre, de La Baraja, le cedí mis iniciales y algo más….
           

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