Fin de semana de esquí

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Qué triste se ve la terraza desde mi ventana… Llueve, parece como si el cielo todavía no recibiera los rayos de luz matutinos que ponen las calles y hay un ruido rítmico en la escalera que me dispara los nervios. Con lo relajada que estaba yo ayer…
El fin de semana subimos a la casa de la Cerdanya con la intención de pisar las pistas de esquí por primera vez en la temporada. Normalmente cambiamos los fines de semana de alta ocupación por los que quedan en medio, donde la resaca de gente vacía las pistas, las carreteras y las calles.
Acertamos. Este año hemos cogido el forfait de temporada de Grandvalira, la extensión interminable de pistas de Andorra que llena con su esplendor las horas de deporte al aire libre. Me gusta el esquí porque es una actividad familiar, vamos los cuatro juntos desde hace años, disfrutamos de nuestra compañía y nos adentramos en la nieve con emoción compartida.
El sábado madrugamos muchísimo… Es quizás la peor parte del esquí, despertarse cuando el cielo todavía conserva estrellas brillantes que parpadean con intensidad. A mí personalmente no me supone un problema, suelo levantarme a esa hora sin necesidad del despertador, pero a mi familia le puede la resaca de sueño.
Tras desayunar fuerte y vestirnos con muchísimas capas de ropa cargamos el coche y nos fuimos hasta las taquillas de El Pas de la Casa en busca de nuestros forfaits. Me impactó que no hubiera un lugar preparado para las personas que debíamos presentar documentación para retirarlos.
Había una cola inmensa… Tres cuartos de hora después conseguimos los documentos válidos para subirnos a los remontes. Conducimos hasta la curva donde hay un pequeño espacio habilitado para los coches (insuficiente y mal preparado), nos calzamos las botas y empezamos el descenso.
La nieve estaba bien, había poca gente, salió el sol… ¡Fue estupendo! Aunque he de reconocer el miedo experimentado en las primeras horas. Cada año me pasa lo mismo desde que me caí, me aterroriza volver a romperme los ligamentos cruzados y las primeras bajadas se tiñen de inquietud.
Por suerte pasado ese primer día consigo que mi emoción regrese con la misma fuerza de antes y me deslizo sobre los esquís sin mostrar tanto pavor como al principio.    
Me encantó Grandvalira, había estado de jovencita cuando la estación solo contaba con Pas de la Casa y Grau Roig, ahora es enorme, tanto que ayer estuvimos cuatro horas sin repetir ni una pista. Este año voy a disfrutar un montón de la nieve, estoy segura.

¡Feliz día! J

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