Un mal despertar

7:07 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! Hoy me despierto con un poco de resaca de sueño y la constatación de que las cosas muchas veces no cambian con facilidad y que sin la implicación de la otra parte es muy complicado modificar las conductas individuales de los adolescentes.
Y ahora viene mi típica frase: ¡qué duro es ser padres de chicos de estas edades! Me cuesta muchísimo avanzar con ellos, aceptar que están en aquella época en la que nosotros pasamos a un segundo plano y en las que se enfrentan constantemente a las decisiones.
Ufffffff, me encantaría que las cosas fueran diferentes, que pudiera solucionar los problemas con una simple sonrisa, pero la vida a veces se muestra caprichosa. Bueno, voy a darle la vuelta a este mal despertar y a ver la parte positiva.
Ayer fue un día largo, con mil cosas importantes en el despacho, un sinfín de obligaciones y una nueva auditoría complicada para principios de año. Sí, la verdad es que con tantas auditorías voy de cabeza… Incluso hay días en los que me gustaría no levantarme de la cama para olvidarme de todo.
En este estado de estrés en el que ando últimamente cometo muchísimos fallos. Equivocarse es parte del aprendizaje, pero la verdad es que no tengo muy claro cómo parar la inquietud que me invade cuando mis responsabilidades se multiplican sin detenerse.
Necesito un receso, una pausa para ordenar mis ideas, para determinar cómo ayudar a mi hija y cómo centrar mis energías en una única dirección. Está claro que la vida hay que tomársela con una sonrisa, a pesar de los pesares, y encarar cada escollo con la alegría necesaria para remendar los errores y los baches.
Me encantaría que mis hijos fueran solos, que se percataran de la importancia de asumir responsabilidades de cara a su futuro. Estaría feliz con un cambio de actitud, pero hay que ver las cosas desde la perspectiva correcta y encauzarlas como son, no como nos gustaría que fueran.
No puedo trabajar sometida a tanta presión, mi cabeza no da para tanto. Normalmente hago cuatro cosas a la vez, voy revolucionada, acelerada, sin encontrar espacio para respirar. Y eso es malo…
En fin. No voy a cambiar mi realidad solo escribiendo lo que pasa a mi alrededor, la única opción es poner buena cara, arreglarse, subirse a la moto e irrumpir en la oficina con el aplomo necesario para caminar hacia el final de este día con la ilusión que merece.

¡Feliz día! J

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