Traiser y Chocolats hills (Bohol)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Cada día me queda menos para coger un avión rumbo a Sao Pablo. Tengo deseos de volar, pero también me gustaría quedarme… Sin embargo está clarísimo que el lunes embarcaré.
Ayer nos quedamos en nuestra segunda noche en Bohol. Cenamos en un restaurante de la playa cercano al hotel y nos fuimos a dormir pronto.
El buffet de desayuno del Hennan era alucinante. Al día siguiente nos ocupamos de probar mil exquisiteces, como los huevos Benedict. ¡Estaban deliciosos! Preparamos las maletas e hicimos el check out.


El coche nos recogió puntual a las ocho y media, pero el señor que nos contrató los tours nos dio un disgusto. Está claro que algunos filipinos faltan a su palabra. El día anterior le habíamos dejado una bolsa llena de ropa para lavar y nos aseguró que la tendríamos limpia en el coche, pero apareció sucia…
En fin… Dejemos de lado el cabreo y vayámonos a la excursión del día. Empezamos visitando los Trasiers, unos monos pequeñísimos con ojos saltones. Caminamos por el sendero marcado guardando silencio para no perturbar el descanso de loa animales y nos paramos a hacerles fotos. Parecían estatuas agarradas a las ramas. Apenas se movían o interactuaban.


Después nos fuimos a las Chocolate Hills, unas colinas recubiertas de naturaleza que sobresalen en una parte de Bohol y nadie sabe cómo se produjeron geológicamente. La verdad es que pagamos el pato de los turistas y nos llevaron a un sitio donde prometieron una visita de cuarenta y cinco minutos en quads por las colinas, pero resultó una ruta por una zona embarrada desde donde se ven de lejos.
Acabamos llenos de barro, el trayecto duró treinta minutos y nos quedamos con las ganas de ver más de cerca las colinas de chocolate, pero por suerte nos sirvió para ver que había una a la que se podía subir para verlas desde arriba y después convencimos al chófer para ir. No fue fácil, él quería marcharse ya…


Subimos por unas escaleras empinadas. El calor húmedo se incrementaba con las pequeñas gotas que empezaban a caer desde el cielo. Había algunos turistas hablando español o catalán y otros asiáticos.
La vista es sobrecogedora, se ven las colinas alineadas a unos metros bajo la montaña, formando una extensión amplísima de tonalidades de verde y marrón. Pasamos un buen rato tirando fotografías.
Al regresar al coche la lluvia arreció. Mientras nos dirigíamos a unas tirolinas que atravesaban un río. Solo se atrevió a subir Àlex, el resto de nosotros le miramos desde abajo, con el corazón encogido.


Terminamos en el aeropuerto de Tagbilaran. ¡Era prehistórico! De verdad, nunca había estado en uno parecido. Solo había dos mostradores, uno para cada compañía. En ellos los vuelos se anunciaban en cartón. Había una abertura debajo con una balanza plateada para pesar las maletas, que luego pasaban a la pista levantando una reja metálica… Y la terminar de salidas… ¡Buffff! Para comer necesitamos salir, coger un triciclo e ir a un sitio de comida rçapida cercano.

¡Feliz día! J

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