Pronto, muy pronto...
¡Buenos días! A veces siento la conexión instantánea con unos personajes y otras me cuesta encontrarla, es un viaje a lo largo de las páginas, de descubrimiento y cariño, de sensaciones, de emociones…
Queda menos de un mes para poder hablar de forma abierta de mi próximo libro, para contaros de qué mano va a venir y cómo de ilusionada estoy por la experiencia. Tengo una portada increíble esperando para revelarse, una aventura lista y las ilusiones en modo on. Porque a veces hace falta solo una chispa para encender una hoguera y la mía crepita al son de los nervios y la ilusión.
Puedo explicar pocas cosas de momento… El libro es el primero de la serie Little Falls, con una historia autoconclusiva y unos protagonistas muy diferentes entre sí. La mezcla resulta explosiva en muchos momentos, porque ella es un torbellino y él la planificación en persona. Y, aun así, ambos se necesitan para encontrarse.
Me gustó la idea de empezar con una chica odiosa, llena de superficialidad, sin ningún interés por adaptarse a la situación que le toca vivir, aunque tampoco le queda otro remedio y pasa por el aro con demasiada facilidad. Porque ella no es así, no como se muestra en ese primer capítulo, solo es una fachada construida a base de heridas nunca cicatrizadas. En realidad tiene un punto de locura, su espontaneidad, las ideas irreflexivas, la positividad, la efusividad. Y, además, descubre su corazón y su capacidad de amar. Porque a veces nos emperramos en no ve hasta dónde estamos dispuestos a dar cuando encontramos nuestro destino.
En cambio él… Tiene esa madurez propia de cuando la vida te ha asestado muchísimos golpes y necesitamos adaptarnos a las responsabilidades que se nos vienen encima. A veces no hay alternativa, por eso nuestro protagonista masculino es organizado, recto, con las ideas claras, una tendencia demasiado pronunciada a planificarlo todo y poco dado al desfase.
Hasta conocerla… Ella arrasa con su visión práctica de la vida, le desmonta los esquemas, lo hace reaccionar con una pasión desbordante, le enseña a sentir a lo grande, a dejarse llevar en algunos momentos, a que no siempre lo puedes tener todo controlado, a arriesgarse.
Es bonito haberlos construido, haber sentido cómo crecían, cómo maduraban, cómo construían su relación. Y es precioso ver cómo ha quedado la maqueta, la portada, la redacción, la historia.
Darle a enviar a la última versión, siempre desata sentimientos encontrados. Porque ya no hay marcha atrás, pero pronto va a estar en imprenta…
En marzo…
¡Feliz día!
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