Malo malísimo
¡Buenos días! Parece que por fin la lluvia ha dejado de
aparecer en las calles para llenarlas de luz y color. ¡Qué bonito será el día
con sol! Y más con un precioso fin de semana largo a la vuelta de la esquina.
Ayer avancé muchísimo en la última revisión de Un día más sin ti. Me gusta esta historia, tiene el grado
suficiente de intensidad para que las lectoras puedan conectar con los
personajes. Maduran, aprenden a lidiar con el dolor y crecen, aunque quizás
cueste entender a Zack.
Para esta serie decidí crear a un personaje con una
personalidad muy negativa y especial. No voy a dar el nombre del malo malísimo
para no estropear la sorpresa a las personas que todavía no han leído la primera
parte, pero sí me gustaría hablar acerca de él.
Quería a alguien diferente a los psicópatas sanguinarios de
otras de mis novelas. Una persona que disfrutara haciendo daño a los otros
de una
manera retorcida, destruyéndolos una y otra vez, sin darles la oportunidad de
rehacerse de un golpe antes de volver a mover ficha para asestarles un nuevo
golpe.
Es un malo maquiavélico. No tiene nada que ver con el psicópata
de Ecos del pasado ni con el malvado de
Perdida en la niebla ni con el Asesino de la Baraja ni con Ángel
Ponsard, el marido de Marta en El secreto
de las cuartetas.
Utiliza su ingenio para destruir a las personas sin moverse de
la silla, goza viendo cómo sufren, cómo se desmoronan, cómo los lleva al límite
con sus acciones pensadas y medidas con la idea de hacer daño.
Mis otros malos sentían placer matando, torturando, viendo
cómo sus víctimas morían en directo. En cambio este personaje prefiere una
tortura psicológica. Es perverso. Y a medida que avanzan las novelas aumenta su
grado de maldad, hasta hacer pasar un infierno a los protagonistas en la última
novela.
Crearlo ha sido una gran hazaña, su manera de intensificar el
acoso a los protagonistas gana terreno con el paso del tiempo, se siente
confortable en su papel, tiene deseos de herir y aprende a gozar del
padecimiento ajeno haciéndose adicto a él.
Su coeficiente de genio le otorga la capacidad de jugar con
las autoridades, las personas a las que asedia y los sentimientos ajenos.
¿Podrán atraparlo? ¿Detenerlo? ¿Conseguir vivir en paz? ¿Averiguar la razón de
esta manera de actuar?
¡Feliz día! J
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