Caerse y levantarse

9:49 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días! Me he despertado un poco filosófica hoy, con ganas de pararme unos segundos para mirar hacia atrás y analizar el camino recorrido hasta mi ahora. A veces es agradable hacerlo, incluso necesario porque mientras andamos hacia un futuro incierto vamos evolucionando, encontrando nuevos retos y dejando en el pasado un sinfín de decisiones y de versiones de uno mismo.
Caerse y levantarse forma parte del proceso. Es algo difícil a veces, doloroso incluso, pero también lleno de una plenitud necesaria para avanzar con las enseñanzas de esos momentos.
Cierro los ojos y vuelvo a esa coraza de una jovencita llena de ilusiones, con una mochila cargada de sueños y la emoción de recorrer el páramo yermo de obstáculos hacia mi meta.


Me recuerdo sentada en esa roca de Calella de Palafrugell que un día muy lejano le cedí a Marta Noguera para escribir su historia en El secreto de las cuartetas, con una libreta en la mano, una pluma Mont Blanc que mi padre me regaló tras insistirle mucho y mis palabras emborronando el cuaderno, desnudándome por dentro, creando muchas historias colmadas de sentimientos.
Tenía la certeza de que escribir con esa pluma granate a la que adoraba y perdí al crecer podía concederme el milagro de alcanzar mis sueños.
No tenía ni idea de estructuras de escritura, de narradores, de ritmos ni de nada parecido a la técnica narrativa. Escribía por instinto, por necesidad, por impulso. No estaba completa si no encontraba una salida a esas mil historias que mi mente incansable tejía a todas horas.


En Barcelona llevaba siempre una de mis libretas Enri de color granate, con espiral metálico, escondida entre mis cosas y escribía en secreto, cuando tenía un instante de soledad. Tardé demasiados años en compartir mi pasión, mis deseos, mis sueños y fue para sentir una dolorosa decepción.  
Las llamas quemaron la mayoría de cuadernos en una fogata de San Juan días después de escuchar las palabras de mi profesora de lengua de tercero de BUP, la única a la que confié mi vocación secreta y tiró por el suelo todos mis deseos. Soy disléxica, tenía un problema grave de lectoescritura y en esos instantes no existían los programas como el Word que corregían automáticamente las faltas. Su discurso dinamitó mi autoestima haciéndome elegir otro camino y renunciar a mi vocación.


Ahora, cuando echo la vista atrás descubro cómo esa realidad se ha ocupado de dirigir algunas de mis decisiones futuras porque la inseguridad causada por ese instante de inflexión destrozó mis esperanzas y lo que es peor, la credibilidad en mí misma. Y estoy convencida que capitaneó mi época negra porque cuando empecé a escribir sentía la necesidad constante de demostrar que mi profesora se equivocaba, que no tenía razón, que yo podía escribir.
Luché tanto por superar los problemas ortográficos, estudié tanto para aprender la técnica y mejorar mis escritos, me impliqué tanto que no podía asumir las dificultades de conseguir ver mis novelas publicadas.


Cuando me enfrento a reseñas siempre sale esa parte de mi pasado, asoma por mi estómago, agarrotándolo porque la espinilla de ver cómo tus sueños se desmigajan hasta clavarse en tu corazón como si fueran puntas de puñal nunca desaparece ni se desvanece del todo. Y las negativas duelen, pero las positivas son mi energía positiva, el subidón de autoestima capaz de hacerme sentir que vale la pena seguir luchando y no decaer nunca.
Ayer Ester, del blog Reading without stopping, publicó una reseña preciosa de Cuando estoy sin ti (enlace). Siento su emoción en las palabras, cómo he conseguido tocar su fibra sensible y me emociono porque le da sentido a mi ilusión por seguir creando historias.
¡Feliz día! J  


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2 comentarios:

  1. Si yo hubiera hecho caso de lo que una vez un profesor me dijo con estas palabras: Toledo, se utilizara usted su talento para cosas útiles en lugar de para tontadas, le iría mejor en la vida. Se refería justamente a eso a escribir y también en aquel momento a interpretar en el Teatro, gracias a Dios no le hice ni puñetero caso 😁 las críticas están ahí para lo que están, todo el mundo tiene derecho a opinar, las buenas te ayudan a subir la autoestima y las malas, si están hechas sin acritud también te hacen mejorar.

    Besitos 💋💋💋

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    1. ¿Sabes? Yo creo que estaba muy predispuesta a aceptar las críticas porque veía mis dificultades con la ortografía, pero seguía con las historias en la cabeza. Quizás gracias a eso cuando tuve madurez suficiente decidí ponerme a escribir y superar todos mis miedos, aunque tardé muchísimo en explicar en voz alta que escribía. ¡Gracias por pasarte por aquí!

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