Caerse y levantarse
¡Buenos días! Me he despertado un poco filosófica hoy, con
ganas de pararme unos segundos para mirar hacia atrás y analizar el camino
recorrido hasta mi ahora. A veces es agradable hacerlo, incluso necesario
porque mientras andamos hacia un futuro incierto vamos evolucionando, encontrando
nuevos retos y dejando en el pasado un sinfín de decisiones y de versiones de
uno mismo.
Caerse y levantarse forma parte del proceso. Es algo difícil
a veces, doloroso incluso, pero también lleno de una plenitud necesaria para
avanzar con las enseñanzas de esos momentos.
Cierro los ojos y vuelvo a esa coraza de una jovencita llena
de ilusiones, con una mochila cargada de sueños y la emoción de recorrer el
páramo yermo de obstáculos hacia mi meta.
Me recuerdo sentada en esa roca de Calella de Palafrugell
que un día muy lejano le cedí a Marta Noguera para escribir su historia en El secreto de las cuartetas, con una
libreta en la mano, una pluma Mont Blanc que mi padre me regaló tras insistirle
mucho y mis palabras emborronando el cuaderno, desnudándome por dentro, creando
muchas historias colmadas de sentimientos.
Tenía la certeza de que escribir con esa pluma granate a la
que adoraba y perdí al crecer podía concederme el milagro de alcanzar mis
sueños.
No tenía ni idea de estructuras de escritura, de narradores,
de ritmos ni de nada parecido a la técnica narrativa. Escribía por instinto,
por necesidad, por impulso. No estaba completa si no encontraba una salida a
esas mil historias que mi mente incansable tejía a todas horas.
En Barcelona llevaba siempre una de mis libretas Enri de
color granate, con espiral metálico, escondida entre mis cosas y escribía en
secreto, cuando tenía un instante de soledad. Tardé demasiados años en
compartir mi pasión, mis deseos, mis sueños y fue para sentir una dolorosa
decepción.
Las llamas quemaron la mayoría de cuadernos en una fogata de
San Juan días después de escuchar las palabras de mi profesora de lengua de
tercero de BUP, la única a la que confié mi vocación secreta y tiró por el
suelo todos mis deseos. Soy disléxica, tenía un problema grave de lectoescritura
y en esos instantes no existían los programas como el Word que corregían
automáticamente las faltas. Su discurso dinamitó mi autoestima haciéndome
elegir otro camino y renunciar a mi vocación.
Ahora, cuando echo la vista atrás descubro cómo esa realidad
se ha ocupado de dirigir algunas de mis decisiones futuras porque la
inseguridad causada por ese instante de inflexión destrozó mis esperanzas y lo
que es peor, la credibilidad en mí misma. Y estoy convencida que capitaneó mi
época negra porque cuando empecé a escribir sentía la necesidad constante de
demostrar que mi profesora se equivocaba, que no tenía razón, que yo podía
escribir.
Luché tanto por superar los problemas ortográficos, estudié
tanto para aprender la técnica y mejorar mis escritos, me impliqué tanto que no
podía asumir las dificultades de conseguir ver mis novelas publicadas.
Cuando me enfrento a reseñas siempre sale esa parte de mi
pasado, asoma por mi estómago, agarrotándolo porque la espinilla de ver cómo
tus sueños se desmigajan hasta clavarse en tu corazón como si fueran puntas de
puñal nunca desaparece ni se desvanece del todo. Y las negativas duelen, pero
las positivas son mi energía positiva, el subidón de autoestima capaz de
hacerme sentir que vale la pena seguir luchando y no decaer nunca.
Ayer Ester, del blog Reading
without stopping, publicó una reseña preciosa de Cuando estoy sin ti (enlace). Siento su emoción en las palabras,
cómo he conseguido tocar su fibra sensible y me emociono porque le da sentido a
mi ilusión por seguir creando historias.
¡Feliz día! J
Si yo hubiera hecho caso de lo que una vez un profesor me dijo con estas palabras: Toledo, se utilizara usted su talento para cosas útiles en lugar de para tontadas, le iría mejor en la vida. Se refería justamente a eso a escribir y también en aquel momento a interpretar en el Teatro, gracias a Dios no le hice ni puñetero caso 😁 las críticas están ahí para lo que están, todo el mundo tiene derecho a opinar, las buenas te ayudan a subir la autoestima y las malas, si están hechas sin acritud también te hacen mejorar.
ResponderEliminarBesitos 💋💋💋
¿Sabes? Yo creo que estaba muy predispuesta a aceptar las críticas porque veía mis dificultades con la ortografía, pero seguía con las historias en la cabeza. Quizás gracias a eso cuando tuve madurez suficiente decidí ponerme a escribir y superar todos mis miedos, aunque tardé muchísimo en explicar en voz alta que escribía. ¡Gracias por pasarte por aquí!
Eliminar