Introspección
¡Buenos días! Sigo inmersa en un proceso de introspección,
quizás en uno de necesidad de cambio, con una novela que se va tejiendo a una velocidad
demasiado intensa porque las emocione se arremolinan en mi interior con una
necesidad imparable de ocupar los folios.
No escribo una romántica. Ni un thriller. Ni nada parecido.
Estoy metida de lleno en una novela donde solo los sentimientos capitanean el
barco y resulta una experiencia muy gratificante.
Cambio. Esa es la palabra que susurra mi cerebro a cada minuto.
Girar el timón, buscar una nueva ruta y emocionarse con ella.
En eso estoy. No solo en la parte literaria. Porque en la
vida hay que seguir los impulsos una vez meditados y sobre todo es importante
ser fiel a una misma, a unos principios y a unas ilusiones. A veces incluso se
mezclan con las esperanzas.
Detenerse a pensar, mirar atrás, recorrer la línea del
camino trazado y saber de qué partes te sientes orgullosa y de cuáles huirías
si tuvieras la potestad de girar atrás las manecillas del reloj para revivir
ese instante conociendo el resultado de tus decisiones la primera vez.
Defiendo a capa y espada el no arrepentirse de nada, el
encontrar la parte positiva a cada una de las sendas elegidas en las
encrucijadas de la vida. Porque cualquier decisión significa asumir un riesgo y
dejar atrás otras posibilidades. Y ninguna es la buena si no la pruebas.
A veces el camino te lleva de nuevo a un cruce donde has de
tomar una dirección. No siempre llegas ahí por un suceso, hay ocasiones en las
que tu forma de ver la vida es quien te plantea esa dicotomía de posibilidades.
Porque tú piensas diferente.
Escribir en medio de un proceso introspectivo es un acto necesario
para mí. En las parlabas encuentro una salida a las emociones que se enredan en
mi alma para hacerla deshacerse un poquito de ese peso.
Porque para mí lo mágico de una novela es conseguir sentir
de la mano de esas letras que traspasan desde las páginas hasta mi corazón. Y
al crear una historia siempre intento dotarla de alma, de corazón, de emociones
capaces de arraigar en el lector para sacudir su interior un poquito.
Para mí ese siempre será el destino de mis letras, aunque me
guarde muchas novelas, aunque no siempre termine las historias, aunque haya más
de diez acabadas y guardadas en mi baúl de los recuerdos. Porque escribir para
mí es exorcizar mis desvelos y ahora necesito más que nunca imprimir esos
párrafos cargados de cambios.
Ayer salió una reseña preciosa de Lo di todo por amarte en
el blog Leo la lluvia caer (enlace). Cuando leo estas palabras sé porque jamás
dejaré de aporrear las teclas del ordenador.
¡Feliz día! J
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