Leer es vida

8:28 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Las semanas se suceden sin darme casi ni tiempo a darme cuenta del paso de los días. He conseguido una rutina bastante aceptable mientras espero a que haya cambios en mi vida laboral, pero sin perder la ilusión ni las ganas.
He escrito un montón. Me he dejado llevar por ideas locas, de esas que suelen terminar con una novela intensa e inesperada para mí. He leído muchísimo, llevo ya veintiún libros y medio desde el inicio del confinamiento. 


He visto muchas series en inglés para practicar. Y he seguido buscando trabajo con la misma esperanza de siempre, sin desfallecer y con la seguridad de que tarde o temprano encontraré mi destino laboral.
A veces leer es como un chute de vitalidad. Porque aporta un sinfín de emociones, me engancha a las páginas, a la historia, a los personajes. 
Es parecido a escribir, aunque sin conocer el desenlace de la historia ni tener la potestad de decidir el destino de los personajes.
Pero les cojo el mismo cariño, me enternecen cuando empatizo con ellos y me acompañan durante un periodo de tiempo en el que se convierten en el centro de mi universo. Porque, ¿quién no se queda pillado cuando la historia se mete en tu piel de esa forma intensa?


Sin la lectura mi vida hubiera sido muy distinta, un lugar cavernoso donde nunca hubiera conseguido dirigir mi creatividad hacia el mundo correcto. 
La descubrí de muy niña, cuando todavía era una profana en el tema de leer, y fui mejorando mi velocidad lectora con una rapidez increíble porque, a pesar de mi clara dislexia, tenía una comprensión lectora fuera de lo común.
Y empecé a devorar libros. 
Era como una froga dura, una necesidad imperiosa, un fuego interno que me llevaba a leer sin descanso.


Recuerdo noches enteras escondida en mi cama con un libro porque no podía soltarlo hasta conocer el desenlace. Y claro, con mi voracidad, había límites para conseguir esa cantidad inmensa de libros. Porque como ahora, era capaz de leerme uno en uno o dos días y ansiar más para saciar mis ansias de volar con la imaginación a otros mundos de la mano de las páginas impresas.
En esa época no existían los lectores electrónicos ni las lecturas por suscripción ni nada parecido, así que leer esa carísimo. Así que recurría con mucha asiduidad a la biblioteca particular de mi abuela, amante entregada de la novela romántica y miembro del Círculo de Lectores, y a la del barrio, en busca de mis tesoros.


Porque leer siempre ha sido una opción que he elegido por encima de todo.
Con los años fui cambiando de gustos, adaptándome a otros géneros, devorando libros más y más gruesos, encontrando mi sitio en la literatura y descubriendo que sí era capaz de pensar, desarrollar y escribir una historia. 
Gracias a esa habilidad y a mi capacidad para pasarme horas y horas estirada leyendo, este confinamiento está siendo más llevadero. 
¡Leer es vida! Así que nunca dejéis de hacerlo.
¡Feliz día! J

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