Derrumbando castillos
¡Buenos
días! Empieza otra semana más que nos acerca al final de noviembre sin que
hayamos tenido tiempo de sentir demasiado frío ni de vivir con intensidad el
otoño, aunque las temperaturas parecen empezar su descenso y prepararse para
rebajar algunos grados en los termómetros.
Hay
momentos en la vida que te sirven para entender cuán equivocada estabas
respecto a algo. Al principio reconocer tu error te duele y te deja un tanto
bajo durante un tiempo, pero a medida que se suceden los días y vas asimilando
la verdad reubicas tus certezas y vuelves a caminar por la vida con una nueva
visión de la realidad que te envuelve, una visión más realista y cierta.
Un
pequeño gesto, una simple palabra, un solo comentario, una decisión, una
mirada,… ¡Cualquier cosa puede contener una pista para que tus sentimientos se
revelen y te asesten un puñetazo directo al corazón! Esa pista contiene la luz
que te ha estado negada y te ilumina la verdad que se esconde en tu ceguera.
Este
fin de semana yo he tenido una de esas revelaciones, algo que me ha hecho
reflexionar muchísimo acerca de uno de mis convencimientos, uno de aquellos que
te da fuerza e ilusión y que te duele perder, pero que en realidad es una
insignificancia que no debería influir para nada en tu felicidad.
Aunque
sé que con el tiempo todo se va asentando en su lugar, que las cosas volverán a
caminar por su cauce, que es absurdo darle importancia a algo que no la tiene y que esta sensación de pérdida que ahora
tengo se irá mitigando hasta que una nueva ilusión ocupe su lugar, eso no
rebaja la tristeza de descubrir tu error.
¡Es
increíble cómo un simple hecho puede cambiar nuestras percepciones! ¡Cómo una
simple palabra puede descubrir el interior de una verdad que tú mantenías con
capas de credibilidad! ¡Cómo algo que a los demás les parece banal puede
convertirse en un arma afilada par ti!
Y es que muchas veces pecamos de crear mundos
imaginarios alrededor de una realidad y la revestimos con nuestras propias
fantasías, dotándola de una fuerza inexistente, de unas cualidades no reales y
de unas creencias que nos ayudan a caminar con la cabeza bien alta y la autoestima
elevada.
Con
estas palabras no quiero dar a entender que esté deprimida ni en horas bajas ni
nada parecido, sólo que a veces nos hemos de enfrentar con nuestros
sentimientos y lidiar con los reveses absurdos que te asesta la vida, así como
sacar el velo a aquello que nos impulsa a avanzar sin ver con claridad los
muros que nos rodean.
Sé
que en un par de días esta sensación habrá dejado paso a una nueva energía y
que pronto recuperaré la sonrisa perdida, que es sólo una situación que me ha
tocado la fibra sensible y que no deja de ser una cosa insignificante, pero eso
no quita que ahora la sienta y la vislumbre.
Esa
capacidad para sentir de una manera tan intensa lo bueno y lo malo que me
sucede suele ser una parte necesaria en mi escritura, algo que me ayuda a
ponerme en situación cuando a los personajes les sobreviene algo tan increíble que
sus reacciones han de estar a la altura, así que debo agradecer a mis emociones
que me regalen estos momentos para poder aprovecharlos en mi creatividad.
En
realidad estoy segura de que todos habéis sentido en algún momento lo que os he
descrito y que a veces ha sido por algo tan absurdo y sin sentido que para los
demás no significa nada, pero que a vosotros os resultaba muy importante. Y lo
peor de reconocer nuestro error es darnos cuenta de que todo ha sido culpa
nuestra, por crear castillos en el aire, por creer lo que deseábamos, por no
ser conscientes de la realidad que nos rodea y permitir que la fantasía llenara
los huecos de nuestra imaginación.
Así
que hoy me he levantado con la intención de dejar atrás la apatía y de retomar
la escritura que he olvidado para centrarme en ver de un tirón varios capítulos
de Fringe, ¡es una buena manera de mitigar los sentimientos adversos!
¡Así
que os prometo pasarme el día sonriendo! ¿Me vais a pagar con la misma moneda?
¡Pasad
un gran día!
Pat!! Que criptica la entrada de hoy. Felicidades con retraso por las 10.000 visitas. Ahora a por las 100.000. Y felicidades por ser una de las pocas personas capaces de mantener sus promesas, aunque sean consigo mismas!
ResponderEliminarSaludos!!
¡Tienes razón, José Antonio! Pero hay momentos en los que es mejor explicar los sentimientos y guardar los hechos. ¡Es que esto es un blog público! ¡Pero me ha parecido interesante compartir mis emociones!!!
ResponderEliminarGracias por la felicitación. ¡10.000 visitas son una pasada! ¡Y si algún día llego a las 100.000 lo celebramos por todo lo alto!!!! ¿OK?
¡Un beso!!!
8)
ResponderEliminary eso que tus palabras hoy me han hecho pensar en ciertas cosas que no quiero y no han contribuído mucho a darme ánimos, pero tenemos un trato, así que no voy a dejar de sonreir y voy a seguir siendo optimista.
Besos, feliz semana!
¡Lo siento Bea!!! ¡Ha sido un fin de semana para olvidar!!! Mañana prometo doble ración de optimismo. ¿OK?
ResponderEliminar¡Es que hay veces que si no dejo salir los sentimientos funestos se me comen!
Ahora me voy a ir a bailar y no voy a dejar de sonreír, ¡palabra!!!!
¡UN BESO!!! 8)