Una mirada crítica

9:29 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Buenos días! Esta última semana ha sido intensa en sentimientos, decisiones, energía e ilusiones. Creo que entre todos hicimos un buen trabajo y que la corriente de positivismo que se ha creado puede perdurar durante mucho tiempo en nuestros corazones.
            Ayer estuve caminando por mi ciudad, paseando por los lugares donde de pequeña solía ir con mis padres, recorriendo las calles donde comprábamos algunas cosas y los comercios pequeños tenían otra apariencia y otro cariz.  La nostalgia me invadió tanto que casi me transporté a aquellos momentos en los que entrar en una de esas tiendas era una alegría, a aquellos instantes en los que existía un trato directo, una cordialidad, un reconocimiento mutuo.
            ¡Cómo ha cambiado todo! Quizás haya muchos adelantos positivos y nuestro mundo gire ahora más deprisa que antes, pero no sé hasta qué punto ese cambio en la fisionomía comercial de la ciudad es beneficioso para sus habitantes.
            En mi recorrido de ayer fui sintiendo un dolor intenso a medida que avanzaba y recordaba. Donde antes había un colmado y una floristería, ahora se había instalado una de esas cadenas que inunda todas las ciudades mundiales. En el lugar del quiosco, en el que la señora María me daba un caramelo cada vez que mi padre compraba el periódico matutino, se ha instalado un nuevo propietario, le ha cambiado la decoración y la ha dejado fría, moderna, sin sentimientos ni recuerdos.
            A medida que caminaba y redescubría los cambios severos que se han producido en los escaparates y en todos los lugares conocidos la pena me iba constriñendo un poquito más el corazón. ¡Había tantos locales vacíos! ¡Tantos carteles de liquidación por cierre en tiendas de toda la vida!
            Yo no sé qué esperamos ni cómo vamos a salir de esta situación. Los políticos se dedican a desprestigiarse entre ellos, a insultarse y a buscar los puntos flacos del contrario para ganar poder, pero no aportan soluciones ni nos ofrecen ideas para remontar la situación en la que nos encontramos.
            ¿Cuándo en pleno noviembre nos hemos encontrado con tantas promociones en las tiendas? Yo, que durante diez años trabajé cuatro horas diarias de cara al público en la tienda de mis padres, sé reconocer la cara de derrota de las dependientas cuando no ha entrado nadie en toda la tarde, sé leer en sus rostros la angustia de irse otro día a casa sin vender. ¡Aunque en esa época a mí no me solía pasar demasiado!
            Y, caminando por los barrios donde los amos y señores de todo son siempre los mismos, donde los pequeños comerciantes de toda la vida, que daban una identidad distinta a nuestra ciudad y trataban a sus empleados y a sus clientes con un cariño especial, han desaparecido o están a punto de extinguirse, sentí una punzada de tristeza, porque gracias a la globalización estamos perdiendo un puntal, una vida, una manera de diferenciarnos y de vivir de nuestro propio comercio.
            Ahora las grandes cadenas se han hecho cargo de todo, son las dueñas y señoras de la calle y de los inmensos centros comerciales que se instalan como tiburones en cada esquina, dispuestos a comerse de un mordisco a los pequeños comerciantes que no poseen armas para luchar. Y nuestra ciudad va asumiendo una identidad global, va pareciéndose cada vez más a cualquier otra ciudad del mundo y va permitiendo que el gran capital se esfume hacia las grandes multinacionales que nos invaden.
            Vale, quizás en la entrada de hoy no encontráis el positivismo de cada día, pero hay momentos en los que necesito dejar salir estas reflexiones, en las que me gusta compartir sensaciones y pensamientos, penas y tristezas como las de descubrir que avanzamos hacia un lugar que no me gusta y que no encuentro acertado.
            Así que permitidme lanzar una sonda de solidaridad hacia todas esas familias que han visto cómo sus negocios se hundían y no han encontrado ayudas ni apoyos. Y también me gustaría lanzar una señal de alerta a esos políticos que no paran de pelearse para que se percataran de lo que estamos perdiendo a medida que esta crisis va avanzando y la globalización se nos va comiendo.
            ¡Y ahora a pasar un domingo de positivismo! ¡A ver si entre todos logramos ver la parte positiva a la situación!
            ¡Feliz día!

You Might Also Like

0 comentarios: