Una vocación

7:46 Pat Casalà 4 Comments


           ¡Buenos días! Esperemos que hoy el sol brille en un cielo azul y todos podamos sonreír ante un mundo pintado de colores vivos y alegres. ¡Es lo mejor de la esencia de los días claros! ¡El silencio preñado de pequeños arcos iris de emoción! Los sonidos siempre son distintos en los días lluviosos y grises, son más densos, más compactos, más tristes. El sol trae otros ecos, si os paráis a escuchar un día soleado os encontraréis con que el propio rumor de la jornada os despierta una sonrisa.
            Ayer me preguntaron de dónde sacaba la imaginación para crear las novelas y qué era para mí escribir. ¿Una afición? Yo creo que más bien es una vocación, algo que mora en mi interior y necesita plasmarse en un papel para cobrar vida y no ahogarme, una necesidad diaria de enfrentarme al teclado y componer párrafos, capítulos, historias.
            Es como si los personajes formaran un nudo de sensaciones en mi mente hiperactiva y me crearan la necesidad de deshacerlo a través de las palabras, como si el lenguaje escrito poseyera la magia de liberar aquellos mundos paralelos que me bombardean a todas horas.
            Para mí siempre ha sido más fácil expresar los sentimientos en el papel que de viva voz, y eso que soy muy habladora. Pero la soledad ante el teclado, la blancura del papel, la intimidad que te proporciona estar solo con tus palabras es una fuente de inspiración que nada puede igualar.
            Desde que escribo cada día en el blog he conocido muchísimas personas que como yo sienten la vocación de escribir fluir por sus venas y revitalizar cada pedazo de su piel. Y todos tenemos cosas en común: el soñar despiertos, el anhelo de las palabras, de conseguir que alguien nos lea, de compartir aquellas historias que nos queman por dentro, de dejar escapar las frustraciones, las alegrías, las penas y los logros a través de unas personas ficticias que nos acompañan a todas horas.
            Aunque últimamente me pregunto demasiado a menudo si no debería desistir, siempre acabo sentándome ante el ordenador, con las ideas hirviendo en mi cabeza, como si fueran el agua de la olla a presión que necesita expulsar el vapor.
            No puedo explicar de una manera coherente cómo hilvano las tramas ni cómo doto de personalidad a un asesino sangriento ni a una persona distinta a mí en todos los sentidos. Sólo puedo explicar que me siento ante el portátil y que la historia se plasma a través de mis dedos inquietos, que va creando una película en mi mente y que va tomando forma.
            No creo que aguantara demasiado tiempo sin escribir. Es parte de mí, una parte importante. ¿Qué haría entonces con todas las ideas que acuden a mi mente? Mi vida sería gris y monótona, triste, angustiosa.
            Llevo muchos años escribiendo sin publicar y no he desistido, le dedico todo mi tiempo libre, todos aquellos minutos que puedo arrancarle a las responsabilidades diarias, toda mi energía. Y, a pesar de que mis avances son lentos, sigo al pie del cañón, creando, corrigiendo, luchando.
            Creo que todos los que tenemos una vena artística necesitamos expresar nuestro arte de alguna manera si no queremos marchitarnos en una existencia oscura y apática. Forma parte de nuestra esencia, de nuestra personalidad, de nuestro devenir diario.
            Así que lo mío es una vocación, una vocación agradable a veces y angustiosa otras, una vocación que me lleva a intentar mejorarme cada día, a intentar llegar a las metas trazadas, a no desfallecer más de lo estrictamente necesario, a crear, a soñar, a vivir mis mundos imaginarios,…
            ¡Os deseo un feliz día!

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4 comentarios:

  1. Patt!! ¿No has pensado nunca en lo tranquilos que estaríamos si esos mundos imaginarios no nos bombardearan durante todo el día? Yo a veces lo pienso y me entran dudas de si no esta vocación no tendrá algo de maldita. Porque como dices, alguna fuerza mayor nos obliga a sacar esas historias y personajes fuera o no nos dejan en paz.
    Saludos!!

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  2. Pues sí, José Antonio, no te puedes ni imaginar cuántas veces me sorprendo pensando que es una maldición y no una vocación. Pero al final me doy cuenta de que escribiendo soy feliz y que tener sueños no es malo y que quizás algún día vea que todas esas horas dedicada a las novelas han valido la pena. ¡Aunque se viviría bien sin los mundos imaginarios en la cabeza! Jajajaja.
    ¡Un beso!!!

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  3. No estoy de acuerdo. Los mundos que tenemos en nuestra cabeza son reales para nosotros, son parte de nuestra esencia, sin ellos no seríamos como somos. Muchos días la falta de tiempo me impide escribir, y doy gracias por tener a todos mis personajes dentro, acompañándome, recordándome que nací con un don. No es una maldición, no, no lo creo.
    No todo el mundo es capaz de expresar por escrito lo que imagina. Yo me siento afortunada de poder hacerlo. ¿Maldición? Un regalo de los dioses, más bien. Gracias, dioses!!

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  4. En cierto modo tienes razón, Bea, si no pudiera crear ni imaginar no sería yo misma. ¿Pero te has parado a pensar alguna vez lo tranquila que vivirías sin esa necesidad de dejar salir las historias que te ahogan?
    Aunque me uno a tu agradecimiento a los diosos por habernos concedido esta vocación. ¡Nuestra manera de sentir es intensa! ¡Y eso nos proporciona una energía brutal!
    ¡Pasa un buen día!

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