La historia de Ignacio (la trama 37)
¡Buenos días! Hoy es tan pronto
que apenas puedo distinguir si hay sol, nubes o niebla. ¡Desde la ventana sólo veo
oscuridad! Así que no puedo predecir si el día será bueno o malo. ¡Sorpresa, sorpresa!
Ayer
os conté algo importante para mí y compartí con vosotros mi encuentro con Màrius
Serra. Le envié un mail el martes, pero todavía no me ha contestado, así que ya
os informaré acerca de si puedo o no realizar esa entrevista que tanta ilusión
me hace. ¡De todas maneras estoy contenta de haberle conocido!
Os
prometí un trocito más de Los Cofres del Saber, ¡así que ahí voy!
…Durante
una media hora Ignacio me resumió la historia de los prigenios, sus
experimentos, sus visiones y su decisión de encriptar el saber de la evolución
en cuatro cofres que repartieron entre las cuatro familias de guardianes.
-Y
tu familia es una descendiente directa de uno de esos cuatro prigenios -me dijo al final-. Una de las más poderosas.
-¿Quieres
decir que mi padre lo sabía? -exclamé un tanto alterada- ¿Era el guardián de
uno de los cofres? ¿Y fue capaz de exterminar a los que han nacido con un adelanto
genético? -Le miré horrorizada-. ¿Quieres decir que mi padre era un asesino?
Ignacio
suavizó un poco la expresión tensa de su cara para componer una sonrisa de ánimo.
-No,
Sara, tu padre no era ningún asesino, él fue capaz de ver más allá de las ideas
de los prigenios y decidió dejar vivir a algunos como yo.
Esa
última afirmación me cayó como un jarro de agua fría.
-¿Qué?
-grité con un signo de exclamación pintado en mi cara-. ¿Qué quieres decir con
alguien como tú? ¿Acaso tienes esos adelantos evolutivos? ¿Eres distinto?
¿Tienes poderes?
La
mirada de Ignacio se ensombreció un instante.
-Desde
pequeño sé que soy distinto -admitió-. ¿Nunca te extrañó esa conexión que poseíamos?
¿Y esa capacidad de hablar entre nosotros sin necesidad de palabras? ¿Y mi
obsesión con el fuego?
No
sabía qué contestarle porque sí que alguna vez le había dado vueltas a esas
extrañezas, pero siempre había concluido que teníamos una química especial.
-¿Y
por qué te fuiste? -le pregunté con un dolor sordo en el corazón al recordar su
deserción-. ¿Por qué huiste si mi padre te perdonó la vida?
El
mago me dirigió una mueca de contrariedad, como si exponer verbalmente lo que
sucedió fuera una agonía para él.
-Fue
para protegernos a ambos y a todos los que me importan. -Apretó los labios y suspiró-.
Tu padre me descubrió muy pronto, cuando yo era apenas un crío, ¡fue él quien
me enseñó a utilizar correctamente algunos de mis poderes! Pero cuando fui
creciendo y uniéndome tanto a ti temió por la vida de ambos. Y cuando pasó lo
del incendio…
Pude
leer en su cara un dolor infinito al recordar un episodio que le había dejado
una huella imborrable en el corazón.
-¿El
incendio en casa de tus padres? -indagué.
Asintió
con la cabeza sin rebajar ni un ápice la agonía de su cara.
-¡Fue
tan extraño! -Una única y cristalina lágrima se deslizó sinuosa por su
mejilla-. Yo estaba durmiendo en la cama cuando escuché unos cuchicheos en la mente. Eran como un
eco lejano de unas voces de hombre y de mujer. Hablaban en un idioma extraño
que no lograba entender, pero se colaron por mi cabeza como si quisieran
llenarla con sus maldades.
Se
calló unos instantes para reprimir las lágrimas que le humedecían los ojos.
-Los
vi trajinar en una cocina, encender el fuego y abrir la bombona de gas. ¡Era tan
real! ¡Fue como si estuvieran delante de mis ojos encendiendo un fuego! Y cuándo
escuché los gritos de la familia que se estaba quemando en el piso de arriba,
cuando vi las llamas devorar el salón, la cocina, las escaleras,… ¡No me di
cuenta de que yo también estaba de pie en la cocina de mi casa! ¡De que yo
también había encendido un fuego! ¡De que mi casa también estaba ardiendo! ¡De
que acababa de encender un fuego que podía costarles la vida a mis padres y a mi hermana!
Se
derrumbó llorando desconsolado. Por suerte ningún miembro de su familia salió
herido de ese incendio, pero a partir de ese momento Ignacio se pasó la vida
huyendo, protegiendo a los suyos sintiéndose una arma de destrucción…
¿Qué
os ha parecido? ¡Pasad un buen día!
Buenos días Pat, aquí hace sol y mucho frio.
ResponderEliminarMe gusta Pat, de verdad.
¡Aquí también hace sol!!! Pero poco frío, l¡a verdad!!!
ResponderEliminarGracias Silvia por comentar, ¡no sabes la ilusión que me hace leer vuestras opiniones!
¡Un beso enorme!!!!
Me encanta!!! Ahora ya veo a donde querias llegar cuando decias que tenias muchas sorpresas en la historia!!! Genial esa conexion entre los dos incendios, o quiza era solamente uno? Genial!! besos M
ResponderEliminar¡Hola guapa!!! Pues sí que hay sorpresas en la historia, y una de ellas ya te la avancé en la oficina antes de que te fueras.... Jajajajaja, ¡a ver si la recuerdas!!!
ResponderEliminarEn cuanto a los incendios... ¡pues no te lo voy a contar! ¡Ya lo verás!
¡Un beso muy fuerte!!!!