Un día lluvioso y la trama 35
¡Buenos
días! Aunque hoy no sé si es el saludo pertinente… ¡Con la que está cayendo!!! ¡A
las tres ya me ha despertado la tromba de agua incesante que se derramaba sobre
las calles! Esperemos que durante el día se vaya despejando y que el caos no
llegue al tránsito ni a la ciudad.
Se
acabó un puente de cuatro días en el que he estado trabajando intensamente en
la corrección de la novela. ¡Ha sido genial! Como mi marido lleva de viaje
desde el sábado he podido dedicarme en cuerpo y alma a mi afición favorita
mientras los niños estudiaban y estaban con sus amigos. ¡En un mundo perfecto
me pasaría todas las horas del día con el ordenador abierto y escribiendo! Y,
aunque esta última corrección está resultando un tanto difícil, me sigue
encantando la escritura.
He
dejado Los Cofres del Saber demasiados días en la recámara, así que si os
parece vamos a seguir un poquito con Svet y sus desventuras, así mañana podré
retomar el hilo de mis reflexiones matutinas, ¿os parece?
…
Svet se secó las lágrimas con un gesto ausente y se fue vistiendo despacio, con
movimientos suaves y lentos, como si sus manos se resistieran a permitir que
aquel maravilloso y sobrio vestido negro de seda se adaptara a su cuerpo como
un guante y lo llenara de elegancia.
Había
pasado más de una hora desde que se había calmado un poco y había sido capaz de
contarle a Eduardo los recuerdos que habían acudido a su mente. De alguna
manera evocar esas escenas reprimidas durante tantos años la habían ayudado a
sentirse liberada, como si el hecho de dejar de retenerlas fuera un descanso
para su mente atormentada.
Eduardo
había realizado algunas llamadas telefónicas para intentar encontrar alguna
pista acerca de la mujer que había escuchado Svet en la tele y que había
reconocido como su hermana Fiona. En diez minutos tenían un retazo de su vida
durante los últimos años, pero no hallaron nada referente a su procedencia ni a
los años anteriores a su debut en televisión.
Habían
repasado juntos los recuerdos de Svet, encontrando detalles ocultos en su
primera evocación. La voz de hombre que ella había escuchado junto a la de su
hermana pertenecía a alguien extranjero, hablaba en un idioma que ella no conocía,
arrastrando las erres de una manera un tanto especial.
¿Acaso
Fiona había perpetrado el incendio ayudada por un amante secreto? ¿Había sido
capaz de matar a toda su familia? ¿Qué la había impulsado a algo tan atroz? Svet
y Eduardo habían repasado esas preguntas de manera un tanto frenética. Ella no
acababa de entender cómo alguien podía llegar a tal grado de maldad y era
incapaz de aceptar esa posibilidad. Pero en el fondo de su alma sabía que era
cierto, que su hermana era una persona malvada, que siempre lo había sabido al encontrarse
con aquellos ojos fríos como el acero cada vez que la miraba.
Tras
una conversación larga y tensa, Svet había conseguido controlar el acceso de
angustia y horror que la había atrapado y se había estirado en la cama con los
ojos cerrados mientras su marido se afeitaba. Esa noche tenían una cena de gala
muy importante para recaudar fondos y Eduardo era la estrella invitada.
Cuando
se había sentido con fuerzas se había levantado y se había vuelto a dar una ducha
rápida para deshacerse del sudor y la desazón.
El
vestido le sentaba perfecto. Realzaba su cuerpo delgado y musculado a base de
horas de trabajo intenso en hospitales sin ningún tipo de comodidad ni ayuda ni
instrumentos modernos. Realzaba su pecho
gracias al escote palabra de honor y destacaba la piel curtida, siempre
expuesta al sol.
Se
miró al espejo para acabar de borrar las huellas del llanto y empezó a
maquillarse despacio. Respiraba con lentitud, inspirando por la nariz y
soltando el aire por la boca para intentar controlar la angustia que se había
quedado adherida a la boca del estómago.
Las
imágenes del incendio la bombardeaban sin piedad cuando salió con su marido por
la puerta del hotel y subió al taxi que les iba a llevar directamente al hotel
Juan Carlos I para asistir como invitados de honor a la gala. Había algo borroso
en esas imágenes, un detalle que se le escapaba, un dato que se resistía a
clarear….
¡Y
hasta aquí el relato de hoy! ¡Pasad un buen día!
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